
Encuestar a miles de analistas sobre las previsiones de las empresas que cubren normalmente da cifras que no suelen cuadrar. Cuando se sienten optimistas, los analistas que cubren McDonald's (por ejemplo), se figuran que los clientes en EEUU y en el extranjero se gastarán una pequeña porción más de sus ingresos en comida rápida el próximo año.
Al mismo tiempo, sus colegas que cubren Apple asumen lo mismo respecto a la electrónica de consumo. Puede que deban hablar más a menudo, pero si los sumamos, el gasto previsto en Big Macs y en Macbooks y en cualquier otra cosa suele sumar más de lo que los economistas prevén para el consumo, lo que significa que alguien se equivoca.
No obstante, parece que ha llegado una dosis de realidad en las últimas semanas. Las expectativas de ingresos para el próximo año han caído ligeramente desde principios de mayo para las empresas del S&P 500, después de haber subido sin parar desde noviembre. Los analistas han recortado sus expectativas debido a los problemas en Europa, que supone en torno al 22% de los ingresos de esas empresas. Tiene sentido. Pero incluso sin una gran ralentización global, el típico período de fuerte crecimiento de las ventas posterior a una recesión ha terminado.
Las ventas de las empresas del S&P 500 subieron el 6,5% en el primer trimestre, el ritmo más lento desde que comenzaron a crecer a finales de 2009. La media de los ocho trimestres precedentes había sido un notable 10,7%. Las ventas de las empresas tienen una correlación elevada con el crecimiento nominal de la economía, el que no está ajustado por la inflación.
Se espera un crecimiento nominal en torno al 4%-4,5% en 2012 y 2013 y unas ventas creciendo en los 12 próximos meses un 4,7%, según Thomson Reuters. Esto se puede traducir en un crecimiento de los beneficios de entre el 6% y el 7%, asumiendo márgenes ligeramente al alza tras unos salarios reales planos y la caída de los precios del petróleo.
No es un desastre, dadas las bajas valoraciones actuales, pero tampoco es una bonanza para los inversores. Esto deja al mercado en una situación vulnerable si el crecimiento económico se ralentiza en vez de crecer en la segunda mitad de 2012.
Si los analistas van por detrás de la realidad rebajando sus expectativas de ventas, no sería la primera vez. Con o sin el helicóptero de Bernanke, necesitamos sin duda que la economía nos proporcione mejores noticias en los próximos tres meses.