Con el recelo de que pueda ser el siguiente en la lista de países que necesiten solicitar ayuda a la Unión Europea- ya sea sólo para su banca o un rescate en toda regla-, Italia se enfrentó ayer al mercado a través de una subasta de letras a 12 meses. Recibió el respaldo de un buen número de inversores, pero a cambio tuvo que financiarse a un mayor coste.
En esta ocasión, la primera después de que España pidiera auxilio para parte de su sector financiero, la subasta se encareció un 70 por ciento respecto a la última colocación de estas características celebrada el pasado mayo.
El Tesoro italiano colocó 6.500 millones de euros en deuda a un año, por la que pagó un interés del 3,972 por ciento. En cambio, en la última subasta de letras a este vencimiento la rentabilidad media que exigieron los inversores se situó en el 2,34 por ciento.
El resultado, calificado por los expertos como "muy negativo" ante el repunte del interés hasta cerca del 4 por ciento, repetió la tónica de las últimas subastas. Además de por el desembolso de un precio más alto, también se caracterizó por una demanda superior a la oferta. Las peticiones alcanzaron los 11.261 millones de euros, es decir, que cubrieron 1,73 veces la deuda ofertada. Este ratio fue similar al de la última colocación, en la que se situó en las 1,79 veces.
Respuesta negativa
El encarecimiento de la subasta también pasó factura en el mercado secundario, en el que se intercambia la deuda una vez emitida. El bono italiano a diez años marcó su sexta jornada al alza y llegó a repuntar hasta el 6,25 por ciento. Al cierre, finalmente quedó en el 6,22 por ciento, aunque se trató de su nivel más alto desde enero.
Sin embargo, la prima de riesgo italiana se relajó hasta los 473 puntos básicos, dos puntos menos, gracias a la subida del bono alemán, con el que se mide este diferencial.
