
Los depósitos con elevados rendimientos son ya un espejismo. Atrás quedaron los meses en los que encontrar intereses superiores al 4% era tarea fácil. Diez meses después de que se aprobara la normativa que penaliza a los depósitos que ofrecen elevadas retribuciones por encima de la media, la remuneración que brindan estos productos se ha ido reduciendo progresivamente con el paso de los meses. Hasta el punto de que el interés medio de los depósitos a un año ha caído por debajo del 2,5% -hasta el 2,47%-, el más reducido de toda la crisis. Y es que cualquier referencia anterior que se tome en los últimos años supera este interés.
En definitiva, poco queda ya de lo que se denominó la guerra del depósito en marzo de 2010. Guerra porque cada día surgían nuevas ofertas con atractivas rentabilidades. Por entonces, la falta de liquidez que afectaba al sector financiero agudizó el ingenio de una banca que vio en los depósitos un modo de obtener financiación a cambio de ofrecer suculentas rentabilidades con intereses que, incluso, superaban el 5%. Popular o Santander fueron algunas de las primeras entidades en ofrecer elevados intereses y, poco a poco, el resto siguieron sus pasos.
Un año después del inicio de esta lucha, en marzo de 2011, muchos de estos depósitos vencieron y los clientes que en su día los contrataron volvieron a ser libres. Con el temor de perder el pasivo de tales clientes, ahora sin permanencia, y en plena reestructuración de las cajas de ahorro, los bancos volvieron a sacar su artillería pesada rememorando los orígenes de la guerra del depósito con retribuciones algo menores, en torno al 4%.
Ahora, el campo de batalla poco tiene que ver con el de antaño. Precisamente, uno de los motivos que propició esta guerra fue el cierre de los mercados de financiación mayoristas en un momento en el que la necesidad de liquidez de la banca estaba latente. Hoy, esa sed es menor gracias a las dos barras libres a tres años que propició el Banco Central Europeo (BCE) entre diciembre y febrero. Pero, además, en el caso de necesitarla, los depósitos ya no son el producto estrella para lograrla, son los pagarés (Santander y Popular han elevado la rentabilidad hasta el 3,75 y 4,25% a un año). Y es que la ley aprobada en julio del año pasado marcó un antes y un después.
Desde entonces, todo depósito que ofrezca elevados intereses por encima de la media es penalizado con una aportación adicional, cinco veces superior a la habitual, al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Con el euribor a doce meses en el 1,26%, el interés de los depósitos -si no quieren sufrir la penalización- no puede superar el 2,26%. En la actualidad, sólo 16 entidades ofrecen depósitos con retribuciones superiores. No obstante, sólo tres superan el 3% (ver gráfico).
La desconfianza se paga
Mientras el brillo de los depósitos se apaga, el agravamiento de la crisis soberana en la Eurozona se está encargando de incrementar el atractivo de la deuda pública española a corto plazo, que vuelve a ser competencia directa de los productos bancarios de ahorro. Hoy habrá otra ocasión para comprobarlo, puesto que el Tesoro Público emitirá letras a 3 y 6 meses, una operación con la que se ha propuesto captar entre 1.500 y 2.500 millones de euros. En abril se subastaron con un rendimiento medio del 0,63 y el 1,58%, respectivamente, pero la situación ha cambiado bastante desde entonces... y no precisamente a favor de los intereses españoles.
En la colocación de hace un mes, la prima de riesgo, es decir, la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, estaba en los 416 puntos básicos; en la actualidad se encuentra en los 484 puntos, mientras que el rendimiento del bono a diez años cotiza ahora en el 6,27%, frente al 5,96% de hace un mes. Esta peligrosa evolución ya ha encarecido el coste de las últimas emisiones del organismo español. La pasada semana el Tesoro colocó letras a 12 y 18 meses con una rentabilidad media del 2,98 y el 3,30%, respectivamente, el interés más alto desde diciembre. Con estos precedentes, las letras a 3 y 6 meses podrían adjudicarse hoy con unos rendimientos que podrían superar el 2%, que serían igualmente los más altos de 2012.
Si se ratifican estos registros, confirmarían que vuelve a activar el denominado crowding out o efecto expulsión. Es decir, un fenómeno en el que la deuda pública, con sus altos intereses, atrae el dinero de los inversores, cerrando puertas al sector privado. En este caso, las entidades financieras pueden ver cómo, en medio de la incertidumbre que rodea al sector en la actualidad, los ahorradores prefieren destinar su dinero a invertir en deuda pública que en depósitos y otros productos financieros, con lo que la banca se vería privada, como ya ocurrió en el mes de noviembre, de esa vía de financiación.