
Ninguna empresa quiere lanzar su oferta pública de venta en un mal momento del mercado, ni siquiera la sobrecalentada Facebook. Ni todo el control de la empresa y de sus casi mil millones de usuarios permiten a Mark Zuckerberg imponerse a los mercados globales. La OPV de Facebook, prevista para finales de mes, está destinada a salir en uno de los peores entornos para la bolsa del año.
Europa se hunde en la recesión. China se ralentiza y se ve acosada por los escándalos. Y la recuperación de EEUU de repente está plagada de dudas y melancolía con el inicio de la carrera presidencial. Desde luego, no es el clima en el que Zuckerberg y sus banqueros pensaban que iba a debutar Facebook hace un mes, cuando los índices marcaban nuevos máximos.
Incluso con unas previsiones de beneficios mejores de lo esperado en las últimas semanas y con los índices tercamente en sus máximos del primer trimestre, el sentimiento inversor sucumbe inevitablemente a la avalancha de lúgubres previsiones que llegan de fuera de las fronteras de EEUU.
Ni siquiera si EEUU se las arregla para evitar la recesión que afecta a gran parte del resto del mundo occidental, "es la clase de entorno en el que un inversor medio quiere meterse en otro valor tecnológico sobrevalorado".
¿Sobrevalorado?
"Los valores tecnológicos -que acumulan una subida de más del 17% en lo que va de año- están listos para reanudar su rally cuando Facebook sea parte de los índices relevantes... Es aventurar demasiado lo miremos como lo miremos", indican.
No obstante, la suerte de Zuckerberg todavía puede estar ahí. El pesimismo generalizado sobre Europa, la historia China y las perspectivas de la economía norteamericana pueden ser exagerados. Cuando todo el mundo espera que pase lo mismo -en este caso, un naufragio a cámara lenta del euro y un aterrizaje brusco de China-, es raro que al final eso ocurra.
Podría ser que una dosis saludable de euforia sobre Facebook sea justo lo que necesitan los alcistas para dar la vuelta a las cosas a su favor y arrancar el control del sentimiento de las manos de los agoreros. Es posible, pero no probable con una sola OPV, por mucho que sea Facebook.
La empresa afronta enormes desafíos una vez que cotice, en cuestiones de intimidad, competencia, regulación y gobierno corporativo. Lo último que necesita es una crisis financiera global simultánea. No será vista como un valor refugio si España abandona el euro cualquier domingo por la noche.
A Facebook le hace falta un paisaje floreciente y creciente para las redes sociales, y varias oportunidades de nuevos negocios para seguir escalando su negocio. Es cierto que ha construido su imperio en la peor crisis financiera en generaciones. Los primeros mil millones de usuarios son los más fáciles, sin embargo.
La próxima quincena nos traerá una cobertura exhaustiva de la OPV de Facebook, desde el número de nuevos millonarios que van a entrar en la escena inmobiliaria del Norte de California hasta el potencial para un rally por simpatía de todas las pequeñas redes sociales que salieron a bolsa el año pasado.
La empresa se asegurará de no decepcionar en el primer día. Pero después del frenesí, será otro valor del Nasdaq más. Y su comportamiento como parte de millones de carteras sufrirá el impacto de las grandes corrientes macroeconómicas de nuestro tiempo.
Para cumplir su destino, tiene que convertirse en un Apple o un Google en la tradición popular de los inversores. Dado lo que sabemos de sus fundamentales y la forma en que está gestionada, es una apuesta atrevida incluso en tiempos de boom.
En un mundo en el que muchos pequeños inversores no han vuelto a la bolsa tras el desplome de 2000-2003, la oferta de Facebook puede estar contando con que "me gusta" a demasiados de sus fans.