
En lo más duro de la crisis financiera, los clientes con baja calificación de crédito fueron casi completamente eliminados por los bancos tradicionales. De hecho, era difícil incluso para los clientes más solventes conseguir préstamos.
Pero a medida que las entidades financieras se recuperan de las pérdidas que les causaron los préstamos a deudores con problemas, algunos de los mayores prestamistas a los clientes subprime están intentando recuperarlos, como Capital One y GM Financial. Otros como HSBC y JP Morgan también están volviendo a coquetear con el mercado subprime.
Los bancos entregaron 1,1 millones de nuevas tarjetas de crédito a clientes poco solventes en diciembre, lo que supone una subida del 12,3% respecto al mismo mes del año pasado, según datos de Equifax. Estos clientes supusieron el 23% de los nuevos préstamos para comprar coches en el cuarto trimestre de 2011, con una subida del 15% respecto al mismo período de 2009.
Las asociaciones de consumidores y los abogados temen que las entidades financieras estén buscando presas otra vez entre los deudores más vulnerables y menos sofisticados, que muchas veces están dispuestos a conseguir un crédito a cualquier precio.
"Estas personas son adictas al crédito y los bancos las están empujando", según Charles Juntikka, un abogado experto en bancarrotas. Los bancos, por su parte, buscan recuperar los miles de millones en comisiones que se han evaporado con las nuevas regulaciones en EEUU centrándose en dos partes de su negocio: el segmento más alto y el más bajo. Los deudores subprime suelen pagar elevados intereses, de hasta el 29%, y a menudo generan comisiones por retrasos en los pagos.
¿Recuperación?
Algunos reguladores aseguran estar preocupados porque este tipo de préstamos, aunque sólo estén comenzando, señalan una vuelta potencialmente muy peligrosa a las mismas prácticas de riesgo que provocaron el inicio de la crisis financiera.
Los bancos argumentan que han aprendido la lección y distinguen entre los clientes que nunca dejarán de ser insolventes y lo que la industria llama "ángeles caídos", aquellos con un buen historial de crédito antes de ser arrastrados por la crisis.
La Office of the Controller of the Currency, el supervisor de los mayores bancos del país, afirma que mientras los bancos se adhieran a unos estándares estrictos y hagan un seguimiento del riesgo, no hay nada inherentemente peligroso en extender el crédito a una base más amplia de clientes.
De hecho, un incremento del crédito es una señal de que la economía se está recuperando, según los economistas. Aunque el paro sigue siendo elevado, los consumidores han reducido sus deudas. La morosidad de las tarjetas de crédito y de los préstamos para comprar coches ha bajado con fuerza desde sus máximos de la crisis. "Es natural esta relajación de los estándares de crédito porque los bancos sienten que pueden volver a crecer", según Michael Binz, un director general de Standard & Poor's.
Y los bancos se arriesgan a perder muchos clientes potenciales si sólo se centran en la gente con una calificación de crédito perfecta. "Ya no puedes seguir ignorando esté segmento, simplemente", según Deron Weston, analista de prácticas bancarias en Deloitte. Esta búsqueda de deudores subprime no se ha extendido al mercado hipotecario, que sigue cerrado para todo el mundo salvo para los clientes más solventes.