Intervenciones verbales. Dícese de los mensajes que lanzan las autoridades para tratar de modificar el comportamiento del asunto sobre el que hablan. Una herramienta habitual en las altas esferas a la que echó mano ayer Benoît Coeuré, uno de los seis miembros del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), para intentar atajar las crecientes tensiones que estaba sufriendo la deuda pública de la eurozona, con la española a la cabeza.
"Las actuales condiciones del mercado no están justificadas. Tenemos un instrumento, el programa de compra de bonos, que no hemos utilizado recientemente, pero que todavía existe", afirmó.
Recordó así que el BCE no ha olvidado que mantiene este recurso a su alcance, para adquirir deuda en cualquier momento si lo estima oportuno, por mucho que la institución no lo haya usado en las cuatro últimas semanas y en ocho de las nueve últimas. Si este aviso ya buscó respaldar la posición española en los mercados, Coeuré aún fue más allá en su apoyo. "Tenemos un nuevo Gobierno en España que ha tomado unas medidas muy fuertes contra el déficit. Todas ellas requieren tiempo. El compromiso político es enorme", añadió.
Efecto inmediato
Sin que hubiera constancia real en las mesas de contratación de que el BCE realizara compras, esas palabras bastaron para contener el torrente de desconfianza que estaba sufriendo la deuda española. El rendimiento del bono a 10 años, que en la víspera había coqueteado con la barrera del 6 por ciento, reculó hasta el 5,877 por ciento. Este hecho, combinado con el repunte de la rentabilidad del bono alemán del 1,64 al 1,78 por ciento, propició una notable rebaja en la prima de riesgo, que mide precisamente la diferencia entre el rendimiento de los bonos españoles y germanos a una década. Esta brecha se estrechó de los 433 a los 410 puntos básicos, el mayor alivio diario desde febrero.
Al mismo tiempo, el voto de confianza transmitido por el BCE a través de Coeuré favoreció a la deuda italiana, cuya penitencia también había sido formidable en las sesiones previas. La rentabilidad de los bonos transalpinos a una década se moderó del 5,68 al 5,53 por ciento, mientras que su prima de riesgo se frenó de los 404 a los 375 puntos básicos. El miembro del Comité Ejecutivo del BCE también fue profeta en su tierra, puesto que la prima de riesgo francesa, que el martes había escalado hasta los 135 puntos básicos, se relajó hasta los 117.
El matiz que impidió que la jornada fuera plenamente tranquila provino de los seguros contra el impago de la deuda (CDS), unos productos más alejados de la jurisdicción intimidatoria del BCE. El CDS español no se moderó y se mantuvo en los 483 puntos básicos de la víspera, con un máximo diario en los 490 puntos. De este modo, rozó el récord histórico que marcó en noviembre -493 puntos-, toda una amenaza si se tiene en cuenta que, cuando registró esa plusmarca hace cinco meses, la rentabilidad de los bonos españoles llegó a escalar hasta el 6,7 por ciento y la prima tocó los 500 puntos básicos. Ayer, sin necesidad de que los bonos ni la prima fueran tan lejos, los CDS sí se aproximaron, una señal inequívoca de que la desconfianza persiste entre los inversores. Otros síntomas, como el mayor coste que Italia tuvo que pagar ayer para emitir letras a tres y doce meses o la fallida colocación de bonos de Alemania, ratificaron el alto grado de incertidumbre que envuelve a la deuda pública europea en la actualidad (ver página 24).
Juego peligroso
Aunque la intervención -verbal- del BCE tranquilizó ayer las aguas de los mercados, los expertos subrayan que la institución corre el riesgo de tensar demasiado la cuerda de los países periféricos al interrumpir o reducir las compras de deuda como medio de presión para que ejecuten las reformas. "Si el BCE hubiese mantenido sus compras en el mercado secundario para mantener la rentabilidad del bono en el 5 por ciento, quizás España no hubiese sido tan diligente tomando medidas de austeridad. Es un juego peligroso, pero a la vista del comportamiento del euro -se ha mantenido estos días por encima de los 1,3 dólares- no parece que el mercado entienda que no deja de ser precisamente esto, una presión para que los paises del sur de Europa hagan sus deberes", reflexiona Miguel Paz, de Unicorp Patrimonios.
En su opinión, y en última instancia, todo se reduce a una cuestión de lógica. "Si las directrices europeas van por acometer planes de austeridad no pueden dejar que ataquen a los paises que los están llevando a cabo", añade Miguel Paz. En este sentido, la convulsión de las últimas jornadas, que llevó a la prima española de los 350 a los 433 puntos básicos en apenas nueve sesiones, certifica que España -como Italia- necesita del apoyo del BCE, que es quien puede influir en el mercado directamente, para ganar tiempo para acometer las reformas. De lo contrario, el riesgo es evidente. "España parece estar funcionando hacia delante, sin embargo, va hacia atrás cuando se trata de convencer a los mercados que está en el buen camino", advierte FXPro.