Las alarmas han vuelto a saltar. La tensión regresó ayer con fuerza a los mercados europeos tras los días festivos y el riesgo país siguió el camino al alza que había iniciado en las últimas jornadas en las economías de las que más recelan ahora los inversores, entre ellas España.
Los termómetros alcanzaron temperaturas peligrosas que pueden devolver la fiebre que sufrió la periferia europea en noviembre. El bono español rozó ayer el 6 por ciento, elevando la prima de riesgo a los 433 puntos básicos, desde los 402 puntos del jueves (último día con el mercado abierto).
Todos los indicadores de desconfianza se dispararon tanto en España como en Italia. Una de las señales de peligro vino con la prima de riesgo, la que mide la rentabilidad que exigen los inversores a la deuda de un país frente a la que piden por la de Alemania, considerada la más estable. Dos fueron los factores que llevaron a la prima de riesgo española a escalar hasta los 433 puntos básicos, su nivel más alto desde noviembre: las ventas masivas de bonos españoles y las compras de deuda alemana.
El primer punto fue rotundo. El rendimiento de la deuda a una década de España, que sube cuando el precio cae por las ventas, se elevó desde el 5,75 por ciento hasta tocar durante el día el 5,99 por ciento. Finalmente cerró en el 5,98 por ciento, lo que significó que los inversores exigieron a nuestro país una rentabilidad adicional de 4,33 puntos porcentuales -ó 433 puntos básicos- frente al bono alemán.
Pero también fue importante el segundo detonante. Y es que mientras el nerviosismo aumentaba el rendimiento de la deuda de otros países, Alemania sirvió de refugio por excelencia en Europa. La rentabilidad del bund germano se redujo a los niveles más bajos de su historia, el 1,64 por ciento.
Vértigo a la subida
Uno de los niveles que más preocupa de todos los que se retomaron ayer es el del 6 por ciento en el bono español a una década. "De cómo actúe el mercado en este nivel dependerá mucho el devenir a corto plazo de nuestro mercado en particular y del resto en general", avisa Miguel Ángel Paz, director de gestión de Unicorp.
Una vez superado el 5,5 por ciento, la subida puede acelerarse. Basta recordar lo que sucedió en noviembre, antes de que el Banco Central Europeo (BCE) se viera obligado a inyectar con urgencia liquidez en el sistema. Trece días. Es lo que tardó la rentabilidad del bono español en escalar del 5,5 por ciento a rebasar la barrera del 6 por ciento. Y otros siete más. Es el tiempo que transcurrió hasta llegar al 6,5 por ciento, cerca del nivel máximo del 6,69 por ciento marcado hasta el momento. En esta ocasión, sólo siete días después de superar el 5,5 por ciento, el interés ya ha coqueteado con el 6 por ciento.
No obstante, hay más cifras que producen vértigo, y no de caída precisamente. El bono español a dos años experimentó su mayor subida diaria desde mayo de 2010, al situarse en el 3,36 por ciento, desde el 2,98 por ciento previo.
Miedo extendido
La percepción de riesgo fue más allá de nuestras fronteras. "Es verdad que es una medida de presión para que nuestro gobierno acometa más medidas [incluso Mario Draghi el miércoles pasado lo dejó claro], pero también es verdad que es una medida de presión para que en Europa se tomen medidas conjuntas que posibiliten crecimiento", valora Miguel Ángel Paz.
La prima de riesgo italiana se colocó de nuevo por encima de la barrera de los 400 puntos básicos, al cerrar en los 404 puntos con una subida de 32 puntos. Pero la tensión incluso se contagió fuera de la periferia europea. La diferencia entre el interés de la deuda francesa y la alemana alcanzó los 136 puntos básicos, su nivel más alto desde enero, después de que el bono galo tocara el 3 por ciento.
El regreso del miedo también se hizo palpable en los seguros con los que los inversores se protegen en caso de impago (CDS, por sus siglas en inglés). El escudo español se encareció hasta los 479 puntos básicos, a la vez que el italiano se incrementó hasta los 435 puntos. Estos precios aún colocan a los dos países entre los diez en los que más caro le resulta al inversor protegerse del impago de la deuda pública.