Ramón Santaularia
Berlín, 4 jul (EFECOM).- Los mercados financieros temen que el Banco Central Europeo (BCE) suba pronto los tipos básicos de interés en la eurozona, del 2,75 por ciento actual al 3,0 por ciento, por suponer esta alza un riesgo para la frágil coyuntura económica en Europa.
La única explicación viable para este incremento es la inflación en los doce países del euro, que no termina de estar controlada y que ha sido durante años de más del dos por ciento, el tope fijado por la entidad para mantener a raya los precios en Europa.
Actualmente, el nivel de los precios está medio punto por encima de este techo, pero tanto el público como el BCE ya se han acostumbrado a que este indicador supere la norma establecida.
Sin embargo, no hay indicios de que la subida de las tasas sea en la reunión de este jueves ni tampoco a comienzos de agosto, sino más bien hacia finales de agosto, cuando el banco europeo haya recuperado la normalidad tras el receso veraniego, y como muy tarde en septiembre, adelantan observadores del BCE.
La entidad emisora casi siempre se ha caracterizado por ser predecible y ha anunciado con suficiente anticipación los movimientos de las tasas para evitar un nerviosismo innecesario en los corros.
El jefe de estudios económicos en Europa de Deutsche Bank, Thomas Mayer, advierte de que los mercados financieros son muy frágiles, por el momento, para absorber otro incremento de las tasas en EEUU.
En este sentido, una medida similar de la política monetaria en Europa acentuaría aún más la actual situación de nerviosismo en los mercados bursátiles, según Mayer.
Además, el ritmo de crecimiento de la economía en la eurozona no es tan boyante como al otro lado del Atlántico, lo que reduce la capacidad de maniobra del BCE para frenar las presiones inflacionistas, ya que corre peligro de ahogar la modesta coyuntura en el Viejo Continente.
Desde el pasado jueves, los tipos en Estados Unidos están ya en el 5,25 por ciento y son más altos que el nivel de rendimiento de los bonos de deuda que emite la primera economía mundial a dos y diez años.
En el pasado esta situación ha sido premonitoria de un debilitamiento del crecimiento económico, un mal presagio para las economías del resto del mundo, incluida la europea.
Mientras los sueldos suban de manera tan moderada como hasta ahora no hay que temer presiones inflacionistas exageradas en Europa, según Angel Ubide, del fondo de inversión Tudor Investment.
Los expertos están divididos sobre si el BCE subirá los intereses en un 0,25 por ciento o en un 0,50 por ciento, pero esta última opción parece ser más improbable.
También es improbable que el consejo de gobierno del banco, formado por 18 miembros, acometa el alza de las tasas a principios de agosto, por celebrarse las deliberaciones mediante teleconferencia y sin reunirse físicamente en la sede de Fráncfort, un escenario desacostumbrado para este tipo de decisiones.
Sólo se empleó una vez, la semana siguiente de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EEUU, cuando el BCE y la Reserva Federal (Fed) estadounidense coordinaron un recorte de los tipos en sus respectivos países del 0,50 por ciento para inyectar liquidez en el sistema financiero internacional.
La situación actual no presenta ahora tales riesgos y sólo la reciente subida de los precios derivada del alza de los combustibles y otros productos de consumo justificaría en cierta medida una política monetaria más restrictiva.
Los mercados financieros volverán a prestar mucha atención al mensaje que transmita el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, en su rueda de prensa mensual en Fráncfort, tras la reunión del consejo de gobierno, este jueves.
Una consecuencia directa del aumento de las tasas puede ser el debilitamiento paulatino del dólar contra el euro, que muchos agentes cambistas y bancos de inversiones dan por seguro en los próximos meses.
Por ejemplo, el banco francés BNP colocaba la moneda europea a finales de este año en 1,35 dólares, un 5,4 por ciento más que el tipo de cambio registrado estos días en los mercados de divisas.
Esta premonición tendrá aún más posibilidades de cumplirse si la Fed decide en agosto restringir de nuevo su política monetaria con un nuevo aumento de las tasas, lo que estará en función, ante todo, de los datos de inflación en EEUU.
Lejos quedan los tiempos cuando el fantasma de la deflación amenazaba con cernirse en las economías occidentales.
De este fenómeno sólo queda un representante, Japón, que sigue teniendo las tasas a niveles mínimos del 0,10 por ciento, pero es sólo una cuestión de tiempo hasta que cambien las tornas en el país del Sol naciente. EFECOM
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