El final feliz de la película sobre el rescate griego aún está muy lejos de escribirse. Ya son 12 las entidades que han firmado la operación de canje de deuda, y aun así, el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), el lobby bancario que reúne a los acreedores, puso ayer cifras a una quiebra desordenada de Grecia: un billón de euros, con España e Italia abocadas al rescate y la eurozona rascándose de nuevo el exiguo bolsillo para ayudar a ambos países a mantenerse a flote.
Con todo, los 350.000 millones que precisarían España e Italia se quedan cortos al compararlos con los 380.000 millones que una quiebra helena le costarían a Irlanda y Portugal, según el lobby acreedor.
En cuanto a las repercusiones sobre el sector bancario de España e Italia, IIF calcula que se vería obligado a una recapitalización extra de 160.000 millones de euros.
El jueves, día clave
Algunos inversores dan por descontado que el informe de IIF se conoció precisamente el martes, el día antes de que los inversores privados con bonos griegos decidan si participan o no en el canje de deuda, para persuadir a los reacios, como los fondos de cobertura.
Aunque estos fondos constituyen una parte pequeña de los miembros del IIF, se espera que rechacen el acuerdo, por la falta de alicientes: por si una quita del 53,5 por ciento no fuera desalentadora, algunos bancos estiman la pérdida actual en un 73 por ciento, calculado en términos de valor neto.
Si Grecia logra que el 90 por ciento de sus acreedores acepte el acuerdo, el carácter de la operación será voluntario. Si lo aceptan entre el 75 y el 90 por ciento, el acuerdo podría salir adelante, pero Grecia tendría que forzar a los que se resistan a aceptar el acuerdo con cláusulas de acción colectiva ya autorizadas por el Parlamento de Grecia.
Estas cláusulas incluirían a todos los inversores, incluso a aquellos que se negaran a aceptar.
