A comienzos del mes de enero, Apple sorprendía a propios y extraños con la decisión de agraciar a Tim Cook con un sabroso bonus relleno de un millón de opciones de compra en acciones de la compañía. Bien es cierto que estos activos no podrán hacerse efectivos hasta 2016 y 2021, respectivamente, pero, en términos reales, la de Cupertino ha recompensado la labor de su nuevo consejero delegado con un cheque que podría rondar los 446 millones de dólares si tomamos su cotización actual como referencia.
Mientras tanto, en la costa Este del país, en el corazón de la calle del muro, los empleados de la industria financiera continúan sufriendo los estragos del azote de la crisis crediticia de 2008 y la nueva normativa que ata de pies y manos a las mesas de inversión a la hora de tomar riesgos y embolsar beneficios. Vacas sagradas del sector, como Goldman Sachs, decepcionaban al mercado al registrar ingresos muy por debajo de lo esperado. En el caso de la compañía capitaneada por Lloyd Blankfein, su unidad de banca de inversión sólo inyectó 857 millones de dólares entre los meses de octubre y diciembre de 2011, un 43% menos que el año pasado.
Las comparaciones son odiosas, y en cierta forma, intentar equiparar industrias como Silicon Valley y Wall Street es difícil en términos de negocio, pero es cierto que la idea de que la banca es la industria más generosa con sus directivos podría comenzar a quedar obsoleta. Mientras Cook se embolsaba en 2011 cerca de 400 millones de dólares en acciones, Goldman recortaba su compensación en un 21% mientras JP Morgan reducía en un 36% su fondo de compensación salarial.
Por su parte, Morgan Stanley limitaba hasta los 125.000 dólares cualquier bonificación en efectivo y, por supuesto, sus directivos también sufrían el hachazo de incentivos para poder mantener a flote los beneficios de sus compañías.
Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, recibió en 2011 acciones por valor de 12,6 millones de dólares, lejos de los 17,1 millones de dólares recibidos un año antes. En Citigroup, Vikram Pandit, vio como su bonus en acciones se quedaba en 3,6 millones de dólares y en Morgan Stanley, James Gorman, veía sus incentivos en acciones y stock options reducirse a la mitad y registrar 5,1 millones de dólares el año pasado. Pero la sangría no sólo llega a las cúpulas de los bancos, también afecta al organigrama de la compañía.
Algunos analistas noveles de Goldman Sachs sólo recibieron entre 40.000 y 56.000 dólares en bonificaciones, una cantidad que podría contabilizar la mitad del salario base.
Otros, como banqueros o traders de la compañía se enteraron hace un par de semana que no recibirían bonus alguno mientras la guinda al pastel lo ponía la reducción a la mitad de los salarios de buena parte de los socios de Goldman Sachs.
La compañía recortó 2.400 empleos el año pasado mientras dejó de lado una media de 367.057 dólares por trabajador, un 15% menos que los 430.700 dólares por empleado que se registraron en el año 2010, según Bloomberg News.
En un momento en que la industria bancaria reduce tamaño, en Silicon Valley esta tendencia sufre una tendencia inversa. De hecho, los profesionales del sector tecnológico disfrutaron el año pasado de su mayor crecimiento salarial anual desde 2008, según el último estudio sobre remuneración realizado por Dice Holdings, una consultora especializada en sectores como la tecnología y la ingeniería.
Así, el salario medio en la cuna de la innovación de EEUU superó la marca de los 100.000 dólares en Silicon Valley por primera vez en la historia este año. Tras dos años con una paga estática, en 2011 los empleados del sector tecnológico en todo el país registraron un aumento del sueldo de más de un 2%, hasta alcanzar los 81.327 dólares, desde los 79.384 registrados en 2010. Sin embargo, en Silicon Valley dicha cifra superó los 104.195 dólares. Además, a pie de calle, las gratificaciones extraordinarias son cada vez más grandes y comunes dentro de esta industria, donde el 38 por ciento de los profesionales reciben una media de 12.450 dólares en incentivos, una cifra que todavía no alcanza los niveles de la banca de inversión, pero que crece de forma constante y sostenida.
"La creciente popularidad de los bonos muestra que las compañías tecnológicas recompensan mejor a sus trabajadores", explica Tom Silver, portavoz de Dice. Por su parte, Lara Dodo, vicepresidenta de la consultora Robert Half International, destacó que "a pesar de la incertidumbre económica, las empresas tecnológicas siempre suelen reconocer el trabajo de sus empleados y se esfuerzan por ofrecer mejores bonos". "Si la concesión de las primas no es una opción viable, los beneficios no monetarios, tales como las horas de trabajo flexible y las opciones de teletrabajo, suelen generar un gran atractivo en el sector", matizó.
Es cierto que, en esto de la cultura corporativa, las tecnológicas se llevan la palma. Según el último ranking elaborado por la revista Fortune, Google lidera la lista de las mejores compañías del mundo donde trabajar. Susan Lucas Conwall, consejera delegada de Great Place To Work, la consultora que ayuda a Fortune a realizar este estudio, reconoció a elEconomista que "para contar con el apoyo de los empleados es imprescindible ser transparente y honesto".
Precisamente, con 17 nuevas compañías tecnológicas en el ranking, Conwall explicaba que "quizás por su juventud y su entusiasmo estas compañías suelen preocuparse mucho más por el bienestar de sus empleados".