Las autoridades europeas insisten una y otra vez en que las agencias de calificación no deben tener tanto protagonismo en la vida económica. Pero no hace falta que pongan mucho empeño en esa labor; el mercado está demostrando que los movimientos de los rating mantienen su influencia teórica, pero no práctica.
Lo está demostrando la reacción de los inversores al tijeretazo que Standard & Poor's (S&P) metió el pasado viernes a 9 de los 17 países del euro. Entre ellos figuró Italia (el recorte en su caso fue desde A hasta BBB+), pero eso no impidió que su prima de riesgo, medida por la diferencia entre la rentabilidad de los bonos italianos y alemanes a 10 años, se moderara el lunes de los 487 a los 485 puntos básicos -o 4,85 puntos porcentuales- y que ayer diera continuidad a esa moderación para retroceder hasta los 471, su nivel más reducido en un mes. Esta caída responde a su vez a que la rentabilidad de los bonos transalpinos ha pasado en las dos últimas sesiones del 6,64 al 6,50 por ciento, mínimo igualmente en cuatro semanas.
También se ha moderado la prima de España, que ayer se relajó de los 341 a los 334 puntos básicos, el nivel más bajo en dos semanas, después de que la rentabilidad de los bonos españoles a 10 años descendiera del 5,18 al 5,13 por ciento.
Sin problemas
Al igual que los países, la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), también conocida como Fondo de Rescate, digirió ayer sin problemas que S&P redujera su calificación en un escalón, desde AAA hasta AA+, en la tarde del lunes. El Fondo no encontró dificultades para obtener los 1.500 millones de euros que se había propuesto captar en letras a seis meses, puesto que la demanda ascendió a 4.600 millones, con lo que triplicó la cantidad emitida. Los títulos se colocaron con una rentabilidad media del 0,266 por ciento, por debajo del 0,28 por ciento que, por ejemplo, pagó Francia el lunes por los mismos títulos, pero por encima del -0,01 por ciento al que Alemania emitió letras a seis meses el 9 de enero.