Había expectación. Mucha expectación. Francia se enfrentaba ayer a una subasta de deuda a corto plazo. Y no era una subasta cualquiera. Se trataba de la primera a la que se enfrentaba sin contar con una unánime calificación de triple A después de que el viernes por la noche Standard &Poor's cumpliera su amenaza y recortara la nota del país galo hasta AA+ con perspectiva "negativa".
La buena acogida que tuvo la subasta de deuda francesa demostró que, a diferencia de anteriores ocasiones, los recortes de rating ya no son lo más tenido en cuenta por los inversores. Sólo así se explica que Francia lograra colocar 8.590 millones de euros en emisiones a 3, 6 y 12 meses y que, además, lo hiciera pagando menos intereses que cuando disfrutaba de una calificación de AAA por parte de las tres agencias de calificación. En concreto, vendió 1.895 millones de euros en letras a 12 meses a un interés del 0,406%, frente al 0,45% de la subasta anterior, con una demanda que superó en 2,10 veces la oferta. En cuanto a las emisiones a más corto plazo, colocó 4.503 millones en deuda a tres meses a un interés del 0,1656% y 1.895 millones en deuda a seis meses con un tipo de interés del 0,281%. En ambos casos la demanda duplicó a la oferta.
Siguiente prueba, el jueves
El éxito de la subasta de ayer puede ser un preámbulo de lo que puede pasar el próximo jueves. Ese día el Tesoro galo volverá a testar el mercado con una subasta de deuda a largo plazo, la primera de este tipo con su nueva nota crediticia. En concreto, emitirá bonos a a dos, tres y cuatro años, así como deuda ligada a la inflación. Y si se mantiene la evolución que ayer mostraron los bonos a largo plazo, puede que salga nuevamente airoso. De hecho, mientras que el viernes los inversores reaccionaron vendiendo bonos franceses ante el rumor, esta vez con mucho fundamento y luego confirmado, de que Standard &Poor's recortaría el rating de Francia ayer optaron por comprar tras la noticia. Esto permitió que la rentabilidad del bono francés, que cae cuando sube su precio, cayera hasta el 3,02%, frente al 3,07% del viernes. Además, también se estrechó su prima de riesgo con respecto al bono alemán a diez años. Retrocedió de los 131 a los 126 puntos básicos. Según explicaron los expertos, tres son las razones de que el recorte de rating no se dejara notar en la subasta de deuda francesa. La primera es que la noticia ya estaba descontada por el mercado -de hecho, son incontables las veces en las que se ha especulado con la posibilidad de que Francia perdiera su triple A, con las consiguientes caídas bursátiles que esos rumores ocasionaron-. "Me sorprende que estas revisiones a la baja de las calificaciones crediticias hayan causado tanto revuelo en los mercados. ¿Acaso no era previsible? Ciertamente, en el caso de Francia sí que lo era. Por lo tanto, no creo que estos recortes de las calificaciones vayan por sí mismos a socavar la mejora de la confianza en los mercados que habíamos presenciado en lo que llevamos de 2012 (aunque un paso en falso del BCE sí lo conseguiría)", afirma Jack McIntyre, gestor de Brandywine, filial de Legg Mason.
La segunda es que, incluso con rebaja, Francia sigue siendo uno de los países con mejores variables económicas para superar la crisis de deuda de la la eurozona. "No veo la necesidad de vender bonos franceses. Todavía hay muchos problemas en la zona euro pero los políticos están dando pasos en la buena dirección", afirma Peter Schaffrik, jefe de estratetgia en renta fija de RBC Capital Markets a Bloomberg.
Y la tercera es que, de momento, la decisión de S&P no ha estado secundada por el resto de agencias de calificación ya que tanto Moody's como Fitch le mantienen la AAA e incluso la primera reafirmó ayer esta nota para Francia, aunque también advirtió que su perspectiva "estable" corre peligro. Por su parte, David Riley, responsable de deuda soberana de Fitch, defendió la semana pasada que no variará la nota de Francia a no ser que "se intensifique la crisis de la eurozona".