Los romanos representaban a la diosa Ocasión como una mujer sin pelo en la parte posterior de la cabeza, simbolizando así la dificultad para atraparla cuando pasa a nuestro lado. Repsol ha aprovechado la ocasión, el clima de distensión en la zona euro, por no decir de optimismo, y al rebufo de la espectacular subasta de bonos que efectuó ayer el Tesoro español para anunciar la colocación de su propia deuda.
La compañía pretende captar 750 millones de euros mediante la emisión de bonos con vencimiento a siete años y una atractiva rentabilidad del 4,88 por ciento al pagar una prima de 292 puntos básicos -ó 2,92 puntos porcentuales- sobre la referencia del mercado a ese plazo (midswap a siete años). Este rendimiento también supera al del bono español a siete años, que ayer cotizaba al 4,6 por ciento. Los títulos emitidos gozan del grado de inversión con calidad aceptable para las agencias de calificación crediticia: el rating que Moody's asigna a Repsol es de Baa1, BBB el de Standard & Poor's y BBB+ para Fitch.
La ventana queda abierta
La ocasión le ha pintado calva a la petrolera, que ha efectuado este movimiento justo después de conseguir la colocación de un 5 por ciento de su capital a inversores cualificados en un sólo día (por ejemplo, desde Sabadell no esperaban que la completase hasta febrero). Fuentes del mercado diferencian entre esta emisión y la que ya había realizado a principios de diciembre. La emisión del mes pasado, bonos a cuatro años por 850 millones de euros -que resolvió con éxito en un momento de fuerte sequía para el mercado de deuda corporativa- respondía a la necesidad de Repsol de cubrir vencimientos de deuda: para 2012, sus compromisos financieros ascienden a 797 millones de euros.
En cambio, con la de ayer, lo que ha hecho la compañía que preside Antonio Brufau es aprovechar la relajación en Europa para abrir una ventana de oportunidad que les ha permitido emitir deuda a buen precio. Según las mismas fuentes, lo más probable es que la finalidad de esta emisión sea captar dinero con la que poder financiar la fuerte política de expansión de la petrolera, cuya última maniobra ha sido la alianza con Statoil y Chevron para crecer en Canadá.
Así, la blue chip se convierte en la primera compañía privada de España (y de la Europa periférica) en colocar su deuda en 2012. Se ha adelantado al Santander y BBVA, que habían sido los primeros en dar este paso en los últimos tres años. De seguir mejorando el contexto, tanto ellos como Telefónica -otra habitual en estas lides- podrían aprovechar la ocasión para colocar sus propios bonos en el mercado.