
El Tesoro Público por fin podrá tachar hoy la última fecha en rojo que tenía marcada en su calendario. Aunque parezca mentira, afronta su última subasta de deuda de 2011, sin duda el año más difícil de su historia reciente. Se despedirá con una colocación de letras a 3 y 6 meses, operación con la que se ha propuesto captar entre 3.500 y 4.500 millones de euros.
Para finiquitar el ejercicio, el Tesoro buscará prolongar el excepcional resultado que ha cosechado en las últimas emisiones. En las distintas subastas de deuda a corto y medio plazo que sacó adelante la semana pasada, consiguió más dinero del que se había propuesto en un principio (se había propuesto un objetivo de financiación de 7.750 millones y logró casi 11.000), en medio de una elevada demanda y a un coste inferior al de las colocaciones anteriores.
A la espera de lo que ocurra con las dos primeras variables, todo indica que la tercera volverá a ser favorable, con lo que España tendrá que pagar menos intereses que hace un mes para emitir estos títulos. En noviembre, las letras a 3 y 6 mese subastaron con una rentabilidad media del 5,11 y el 5,22%, respectivamente. La distensión registrada desde entonces en los mercados secundarios de deuda pública ya propició que el Tesoro emitiera letras a 12 y 18 meses y bonos a tres años a un coste inferior al 5% la semana pasada. Para esta ocasión, y una vez descontado que la factura se abaratará, el reto consistirá en intentar adjudicar las letras con un rendimiento medio inferior al 4%, con lo que regresarían así a los niveles de octubre.
Eso sí, aún se encontrarían muy por encima de los intereses abonados en diciembre de 2010, cuando el Tesoro subastó letras a 3 meses al 1,8% y a 6 meses, al 2,6%. Este encarecimiento de la financiación resume lo que ha sido el año 2011 para España en los mercados: aunque no ha tenido problemas para captar recursos, ya que ha logrado los 190.000 millones de euros que se había propuesto captar, lo ha hecho a cambio de unos costes superiores a los de 2010.