El primer día de la semana que ha sido bautizada como clave -el jueves y el viernes se celebra la enésima cumbre de líderes de la Eurozona para evitar la quiebra del euro, entre otros temas del día- arrojó un balance más que positivo.
No sólo los inversores bursátiles optaron por mantener la continuidad de las compras que ya iniciaron la semana pasada sino que además, también se decantaron por comprar bonos de la periferia europea ante la sensación de que, esta vez sí, los europolíticos conseguirán ponerse de acuerdo y adoptarán soluciones que pongan la primera piedra del fin de la crisis de la deuda europea, que acaba de cumplir su segundo aniversario.
Tal fue la avalancha compradora que la prima de riesgo del bono español con respecto al alemán consiguió perder de vista la cota de los 300 puntos básicos, al cerrar la sesión en 291 puntos, algo que no sucedía desde el 12 de octubre. También se alejó de niveles peligrosos la prima de riesgo italiana, que cayó por debajo de los 400 puntos básicos, hasta los 375 puntos. Las medidas de ajuste anunciadas el domingo por su primer ministro, el tecnócrata Mario Monti, que contemplan aumento del IVA al 21 por ciento, el de la edad de jubilación y la congelación de las pensiones, entre otras cosas, inyectaron, por tanto, confianza en el mercado de deuda transalpino. A diferencia de otras ocasiones en las que la prima de riesgo caía exclusivamente por un repunte de la rentabilidad de la deuda germana, en el retroceso de ayer mucho tuvieron que ver las compras de deuda periférica.
La rentabilidad de los bonos italianos cayó hasta el 5,95 por ciento o lo que es lo mismo, su mayor retroceso desde agosto y la primera vez que se sitúa por debajo del 6 por ciento desde el 26 de octubre, tras la celebración de la Cumbre de la eurozona en la que se acordó la recapitalización de la banca, la quita al 50 por ciento de la deuda griega y el apalancamiento del Fondo de Rescate hasta el billón de euros.
Estas mismas compras se ampliaron también a los bonos españoles a diez años, cuya rentabilidad retrocedió hasta el 5,12 por ciento frente al 5,68 por ciento del viernes, rubricando así seis sesiones consecutivas a la baja, su mejor racha desde que el BCE reanudó su programa de compra de deuda periférica, que ya supera los 200.000 millones de euros. De esta manera, el rendimiento de estos bonos ya cae un 23 por ciento desde que marcó su máximo histórico en el 6,69 por ciento.
Y eso a pesar de que la posibilidad de que el BCE actúe como la Fed y se dedique a comprar masivamente deuda parece hoy menos probable que ayer después de que Nicolas Sarkozy se sumara a la causa de Angela Merkel y defendiera ayer la independencia (con respecto a los mercados) del organismo presidido por Mario Draghi, aunque la esperanza es lo último que se pierde (ver página 17). "No hace falta que el BCE actúe masivamente para estrechar los diferenciales. La diferencia de rentabilidad entre Italia y España frente a Alemania era tan injustificada, que el simple hecho de que se pueda anunciar esta compra, hace que los inversores se adelanten consiguiendo mejorar espectacularmente las primas de riesgos", afirma Miguel Paz, de Unicorp. No obstante, advierte: "Ya sabemos que nuestra clase política sólo actúa contundentemente cuando tiene el agua al cuello. Si miran los datos macro, el agua ya les llega a la barbilla, pero si se quedan con las primas de riesgo, y la recuperación de las bolsas de la última semana, podrían volver a confiarse y defraudar al mercado".
A corto plazo, aún hay dudas
Si bien, las dudas sobre la solvencia a largo plazo de Italia y España empiezan a esfumarse -sus seguros contra el riesgo de impago fueron ayer los que más cayeron, junto con los argentinos-, no sucede lo mismo en los plazos cortos, donde la incertidumbre sigue estando a la orden del día. Por ejemplo, si bien la caída de la demanda llevó a la rentabilidad del bund a repuntar hasta el 2,20 por ciento, las emisiones germanas a corto plazo siguen contando con muchos adeptos. Alemania consiguió ayer vender 2.680 millones de euros en letras a seis meses y para ello sólo hubo de pagar una rentabilidad del 0,0005 por ciento, con una demanda que superó en más de tres veces la oferta. Lo mismo sucede con Holanda. Captó 1.000 millones de euros en letras a tres meses a pesar de que ofreció una rentabilidad negativa del 0,004 por ciento.