La bolsa se ha instalado en un juego de todo o nada. El todo triunfa cuando la marea de los problemas soberanos y financieros baja y permite apreciar lo atractivas que están las valoraciones en la renta variable. En cuanto a la nada, se impone cuando esa marea de dificultades sube y lo inunda todo, incluidas esas interesantes valoraciones.
Esta semana ha ganado el todo. Se lo han puesto en bandeja los seis principales bancos centrales del mundo, que el miércoles orquestaron una inyección global de liquidez para reforzar la posición de los bancos. A esta intervención se han sumado las expectativas de que, por fin, la próxima semana los líderes europeos sellarán unos acuerdos sensatos que consoliden el futuro del euro en la trascendental cumbre de los días 8 y 9 de diciembre. En este sentido, resultan reveladoras las palabras que dirigió ayer Angela Merkel a los miembros del Parlamento alemán: "La resolución de la crisis de la deuda soberana es parte de un proceso y dicho proceso durará años". Es decir, que por fin parece que la canciller alemana está dispuesta a dar su brazo a torcer... aunque dentro de su estilo -no olvidemos sus extraordinarias dotes para la negociación-, oséase, que se cumpla lo que hace ya más de un año que está pidiendo, que se reformen los Tratados de Lisboa. También ayer se filtraba, según informaciones recogidas por Bloomberg, que los bancos centrales nacionales europeos podrían prestar a través del BCE hasta 200.000 millones de euros al FMI, para que éste pudiera destinarlos a financiar a los países en apuros de la zona euro, aliviando la crisis de la deuda soberana que atenaza al Viejo Continente.
Sobre este favorable caldo de cultivo, se ha activado el mecanismo que permite que el todo se imponga a la nada. "Los bancos centrales pudieron ver que en cuanto ayuden un poco, el mercado está deseoso de acompañar en el movimiento. Es tanta la diferencia de rentabilidad entre los activos de riesgo y los refugio que a nada que se genere confianza, las bolsas y resto de activos arriesgados subirán como la espuma, y tras tantos meses malos para estos, nadie quiere perdérselo", explica Miguel Paz, de Unicorp.
Distensión en los mercados
Los datos, desde luego, confirman punto por punto la euforia vivida en las principales plazas europeas. El Ibex cierra la semana en 8.558,6 puntos, con alzas acumuladas del 10,24 por ciento. El EuroStoxx 50 ha remontado casi un 11 por ciento; el Cac 40 y el Dax 30 se han anotado otro 10,7 por ciento cada uno. Es la mejor semana desde la del 28 de noviembre de 2008 en todos los casos. Los sucesos registrados en aquellas fechas hacen pensar en la teoría del eterno retorno de Nietzsche. Tras la quiebra de Lehman Brothers se había desatado una terrible crisis de liquidez que había obligado al Tesoro de EEUU a rescatar a Citi por 20.000 millones de dólares, y los mercados -que estaban penidentes de una segunda oleada de estímulos a la economía por parte de varios gobiernos- habían interpretado esta acción con fuertes subidas, en el caso del selectivo, la cuarta mayor de su historia al escalar un 8,13 por ciento el 24 de noviembre de 2008.
Los parqués de EEUU también han aprovechado el tiempo. Los buenos datos de ventas del Viernes Negro y el Ciberlunes, sumados a un dato de la tasa de paro mejor de lo esperado (8,6 por ciento frente a 9 por ciento previsto), han permitido al Dow Jones recuperar los 12.000 puntos y al Nasdaq y el S&P 500, quedarse a medio punto de entrar en terreno positivo en el año. Así pues, si se cumplen las expectativas puestas en la cumbre de la semana que viene -y no convendría ponerse muy optimista, dado el largo historial de decepciones que acumulan los dirigentes europeos-, todavía podrían abrirse las puertas a un rally de fin de año.
En el terreno donde asimismo se han liberado tensiones es el de la renta fija. La prima de riesgo española acumuló cinco sesiones a la baja, en las que retrocedió un 20 por ciento, hasta 354 puntos básicos, y recorta un 24,35 por ciento desde su máximo histórico, los 468 puntos. La rentabilidad del bono español a 10 años se moderó hasta el 5,6 por ciento, mientras que los rendimientos de los bonos a 9,8,7,6 y 5 años cayeron por debajo del 6 por ciento, y los de la deuda a corto plazo, por debajo del 4 por ciento.
Para redondear, la semana que viene se celebra la reunión mensual del BCE, y en ella se espera que se recorten los tipos hasta el 1 por ciento.