
Los bancos centrales nacionales europeos, que operan bajo el paraguas del BCE, podrían prestar hasta 200.000 millones de euros al FMI para que sean canalizados hacia los países en problemas y luchar contra la crisis de deuda, según publica Bloomberg citando a fuentes cercanas a las negociaciones. El FMI ha confirmado las negociaciones con las autoridades europeas.
En una reunión del Eurogrupo del pasado 29 de noviembre, a la que atendió el presidente del BCE Mario Draghi, los ministros de Finanzas de la Eurozona dieron el visto bueno al plan, según las fuentes. La necesidad de una nueva herramienta para contener la crisis se ha hecho evidente una vez que se ha fracasado en la idea de aumentar el EFSF de 440.000 millones a 1 billón de euros.
Esta nueva propuesta, de la que se comenzó a hablar a mediados de noviembre, permitirá a los bancos centrales nacionales dar fondos al FMI para que lancen líneas de crédito para países como Italia y España, actualmente los dos más vulnerables en la Eurozona, segun las fuentes.
Este plan, asimismo, es la opción elegida para inyectar fondos a los países en problemas sin violar las normas europeas, que impiden a los bancos centrales financiar directamente a los gobiernos.
Draghi dio a entender ayer que el BCE podría incrementar su papel actual siempre y cuando los gobiernos den pasos hacia una mayor integración fiscal que asegure la viabilidad de las finanzas públicas a largo plazo. En este sentido se ha manifestado hoy la cancileer Angela Merkel, que ha pedido modificaciones a los tratados de la UE para imponer sanciones automáticas a los países que vulneren los límites establecidos en el Pacto de Estabilidad.
Las fuentes de Bloomberg especifican que la cantidad final que está sobre la mesa es de 100.000-200.000 millones. Estos préstamos, además, evitarían el posible conflicto de intereses entre los bancos centrales y los países a los que prestara, ya que también le impondrían los tipos de interés.
Este nuevo programa de préstamos vía FMI no sería un sustituto al incremento de las compras de bonos soberanos por parte del BCE que países como España han demandado con fuerza.