Marcos Lamelas
Barcelona, 2 feb (EFECOM).- Viendo lo que ha pasado esta semana en el panorama de las cajas catalanas es inevitable pensar en el cuento de hadas danés escrito por Hans Christian Andersen y publicado en 1837 titulado "El traje nuevo del emperador".
En el relato, dos estafadores timan al emperador vendiéndole un traje que sólo pueden ver las personas honradas, de manera que todo el mundo finge que ve la vestimenta inexistente con un clímax final en el que el emperador pasea con su traje nuevo ante toda la ciudad hasta que un niño grita lo que todos están viendo: "¡El emperador está desnudo!".
No fue un niño sino el consejero delegado del Banco Sabadell, Jaume Guardiola, quien se atrevió a plantear el pasado jueves ante un centenar de personas en la escuela de negocios Esade lo que muchos dicen en privado pero no se atreven a pronunciar en voz alta, que hace falta una concentración de las cajas más pequeñas.
El alto directivo de Banco Sabadell aseguró que era ahora, con la actual crisis de liquidez de los mercados financieros, cuando debía afrontarse la concentración, criticó cómo las cajas, y también los bancos, habían contribuido a inflar la burbuja inmobiliaria española, y apuntó que una reordenación ayudaría a evitar futuros excesos.
Guardiola lanzó la idea tomando todas las precauciones, lo hizo en un marco teórico, aseguró que era a título personal y dejó al margen la situación de La Caixa. Pero las cajas catalanas se sintieron aludidas y respondieron en un agrio comunicado que lo que quería el consejero delegado del cuarto banco español es que las cajas desaparecieran.
No es de extrañar. Cataluña es la única comunidad autónoma con diez cajas de ahorro y mientras en el resto de España se han hecho fusiones creando grandes grupos como en Galicia, Comunidad Valenciana o Andalucía, el tema es tabú entre los catalanes.
Ningún servicio de estudios ni universidad publica trabajos académicos explorando la posibilidad de una fusión de cajas catalanas y la clase política en todo su espectro elude el tema como si fuera la peste.
Es de suponer que se perdieron la didáctica presentación de resultados que hizo el director general de La Caixa, Juan Maria Nin, donde explicaba el viernes mismo que la buena marcha del margen de intermediación de la primera caja de España en 2007 había sido en buena parte gracias a su enorme volumen.
Porque en finanzas el tamaño sí es importante, y sólo hay que echar un vistazo a la cuenta de resultados de Caixa Cataluña, la segunda caja catalana, que a pesar de haber hecho atípicos por valor de más de 600 millones en los últimos dos años, vive un estrechamiento de los márgenes y ofrece ya una cascada contable típica de caja pequeña.
Han replicado las cajas a Guardiola que sólo sus órganos de gobierno pueden decidir sobre los procesos de concentración, pero es que además el consejero delegado del Banco Sabadell cometió otro pecado: señalar que se trataba de "un tema político".
Y es que son los políticos catalanes los que han decidido que es mejor no tocar este tema, más cómodos llegando a pactos sobre cómo repartirse los puestos en los consejos de administración de las entidades de ahorro, como ha pasado en Caixa Girona.
De manera que son los presidentes de las pequeñas cajas catalanas los primeros interesados en que el tema ni se mente, ya que ahora hay diez, pero ¿cuántos quedarán si se afronta un proceso de fusión?
Guardiola se disculpó de manera inmediata ayer mismo. Al parecer hay consenso en que no debió pronunciar las verdades del barquero.
La misma Cataluña que reclama competencias donde no las tiene -Cercanías, Aeropuerto- elude ejercerlas en el ámbito de las entidades de ahorro, donde cuenta con un amplio margen de maniobra que se reserva para aprobar por trámite de urgencia reformas legales que prolonguen los mandatos de los presidentes de estas entidades.
En otros lugares, como el País Vasco, las cajas se resisten a fusionarse, pero líderes como Josu Jon Imaz (PNV) se han cansado de proclamar en público lo positiva que resultaría una concentración.
Mientras, el emperador está desnudo. Si el frío de un "credit crunch" internacional arrecia dentro de un año, ya vendrá el Banco de España a arreglar por las malas lo que en Cataluña no se supo afrontar a tiempo. EFECOM
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