Bolsa, mercados y cotizaciones

Ni los dividendos, ni el plan de Bush, ni los movimientos corporativos pueden frenar el pesimismo

En estos momentos de catástrofe bursátil es normal que inversores y gestores caigan en la depresión y el pesimismo más absoluto. Los analistas 'siemprealcistas' suelen esconderse debajo de la tierra hasta que escampe, o bien sueltan topicazos como "prudencia", "comprar selectivas", "sectores defensivos" y por ahí.

Los medios de comunicación oficialistas -alcistas por definición- también se apuntan a esta actitud y celebran cada rebote como si fuera el suelo definitivo del mercado. Por eso es llamativo que el mismísimo 'Wall Street Journal', la biblia de Wall Street, se sume al pesimismo más descarnado. Algo que ocurrió este viernes. Vale, no fue el editorial del periódico, sino el blog 'MarketBeat' que escribe el editor de la edición online, David Gaffen (uno de los blogs de mercados más seguidos del mundo, si no el que más). Pero es más que suficiente para preocuparse.

Gaffen titula su último post "¿No es esto una patada en la cabeza?" y en él analiza las causas de la debacle de la semana pasada, la mayor caída semanal desde 2002: las ingentes amortizaciones de los bancos, los pobres resultados de la tecnología, las rebajas de 'rating' de las principales aseguradoras de deuda de EEUU y un montón de declaraciones pero ninguna acción concreta de las autoridades fiscales y monetarias. Varios conocidos gurús alcistas han tirado la toalla en los últimos días, y los índices están entrando en territorio claramente bajista, empezando por el Russell 2000.

Lo que más le preocupa es que no hay ningún refugio en este desastre: todos los sectores del S&P 500 están en negativo en 2008, y la mitad han perdido más del 10%. "En muchos sentidos, ha sido una acción de 'no tomar prisioneros', con todo tipo de valores a la baja", apunta Tobias Levkovich, estratega jefe de Citigroup. "Eso indica que los inversores están protegiendo sus ganancias del año pasado y mostrando su temor por la economía", añade.

No hay argumentos alcistas

La desesperación de Gaffen se basa en la ausencia de detonantes para frenar el desastre. Así, recuerda que, cuando los inversores empezaron a preocuparse por unas valoraciones excesivas en 2006 y a mediados de 2007, podían aferrarse a la constante subida de los dividendos. Pero ya no, porque en lo que va de enero cuatro empresas han anunciado recortes del dividendo; lo cual no parece mucho pero es la cifra más alta desde principios de 2003, y anuncia una tendencia que probablemente va a continuar.

Tampoco le convencen los planes para estimular la economía: las bajadas de tipos y las ayudas fiscales anunciadas el viernes por Bush. Gaffen reconoce que este tipo de ayuda funcionó en 2001 (la última recesión vivida en EEUU), pero le preocupa su utilización electoralista -su cumplimiento depende de que los republicanos continúen en el poder- y, en consecuencia, las dificultades para que la mayoría demócrata en el Congreso lo apruebe antes de que sea demasiado tarde para evitar la recesión, si es que no lo es ya.

Lo que más le molesta es que los políticos sólo hablen sin tomar acciones concretas: "Cuando se dice que los tipos van a bajar o que se va a lanzar un paquete de estímulo económico, eso provoca que la economía se congele hasta que esas cosas ocurran realmente. ¿Por qué iba nadie a pedir prestado dinero si sabe que los tipos van a estar más bajos en el futuro? Si vas a bajar los tipos, bájalos. Si no los vas a bajar, házselo saber al mercado", opinan de forma radical los analistas de Bespoke Investment.

Por último, queda la esperanza de los movimientos corporativos, como la compra de Countrywide por Bank of America. A juicio de Gaffen, vamos a ver más operaciones corporativas en el sector; entre ellas, se rumorea la venta de Wells Fargo -con varios posibles compradores- o posibilidades tan excéntricas como la compra de Merrill Lynch por JP Morgan (que ha superado a Citigroup por capitalización). Pero el problema es que no se trata de planes estratégicos para crecer, sino movimientos puramente defensivos para sobrevivir después de la mayor crisis financiera en décadas. Y eso no es un argumento alcista.

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