CANBERRA (Reuters) - Los activistas contra la caza de ballenas han prometido más confrontaciones contra Japón cerca de la Antártida, mientras los balleneros tratan de agotar el combustible de los barcos de protesta para obligarlos a irse de la zona.
El australiano Benjamin Potts y el británico Giles Lane fueron recogidos por un rompehielos australiano el viernes, y recibidos en su embarcación, el Steve Irwin, como héroes.
Potts dijo que el Sea Shepherd continuaría sus protestas mientras el Yushin Maru volvía junto al resto de los seis barcos japoneses para reanudar la pesca hasta finales del mes que viene. Los activistas persiguieron al ballenero tras la liberación de sus dos compañeros e intentaron dañar sus hélices.
Pero un portavoz de la flota ballenera, embarcaciones de observación y un buque factoría dijeron que los japoneses querían obligar a los activistas a quedarse sin combustible, haciéndoles perseguir a la flota y conseguir que vuelvan a Australia.
Vasic dijo que el Sea Shepherd tenía combustible para unas dos semanas. Greenpeace no ha declarado cuánto podría durar su protesta.
La flota japonesa tiene su propio buque cisterna.
"Intentaron arrojarme por la borda", declaró a la radio local. "Dos tipos me levantaron por los hombros y el cazador, el tipo que dispara a las ballenas, me levantó las piernas y ellos intentaron darme la vuelta".
A pesar de una moratoria en la caza de ballenas, a Japón se le permite la caza anual "científica", con el argumento de que es una tradición cultural y que es necesaria para estudiar a las ballenas. Su flota ha matado a 7.000 ballenas minke antárticas durante los últimos 20 años.