El 12 de septiembre, el incendio y la posterior explosión de un horno en el centro de tratamiento de residuos de baja radiactividad de Marcoule, al sur de Francia, provocó un muerto y cuatros heridos. Todas las alarmas se dispararon y la sombra de lo ocurrido en Fukushima en marzo de este año planeó otra vez sobre el horizonte de la energía nuclear.
Sin embargo, tras el paso de las horas la situación se tranquilizó. Los expertos trataron de calmar a la población y lo hicieron con una sencilla frase: Marcoule no es Fukushima.
Pero ya era demasiado tarde, la liebre había saltado y el debate sobre la energía nuclear ya está otra vez en la palestra. Ahora sólo queda saber si afectará a las empresas energéticas que gestionan la planta de Marcoule del mismo modo que se vio involucrada Tokyo Electric Power (Tepco) por el incidente de Fukushima. Y es que, en un país como Francia, donde lo producido por las centrales nucleares representa cerca de un 75% del total de la energía producida, un incidente de este calado siempre alienta el debate.
¿Casos paralelos?
La empresa eléctrica nipona es una de las más grandes del mundo. Sólo la gala Électricité de France (EDF) y la alemana E.ON la superan. Sus funciones son la producción, transmisión y distribución de electricidad. Tras el maremoto y posterior fuga radiactiva de hace unos meses en su planta nuclear de Japón, su cotización se desplomó hasta mínimos históricos y sus estimaciones de beneficio neto para los próximos años cayeron de forma abrupta. La compañía nipona ha pasado de prever antes del accidente unas ganancias de 211 millones de euros para el año que viene a considerar ahora que perderá más de 450 millones durante el mismo periodo de tiempo. Además, sus beneficios por acción también se han ido reduciendo desde dicho incidente. Sin embargo, no se han visto apenas alteradas por el accidente de Marcoule dado su bajo nivel.
Por su parte, Areva y EDF son parte activa de Macoule, el centro de tratamiento de residuos situado en Francia. Areva es la empresa pública encargada de su gestión, junto con la asociación Commissariat à l?Énergie Atomique. EDF también tiene la propiedad de uno de los hornos de la central. Ambas empresas han tenido que variar sus previsiones para 2011 a lo largo de este ejercicio, pero de forma más suave que la japonesa.
Areva se vio afectada por lo acaecido tras el tsunami de Japón. Sus previsiones de beneficio para este ejercicio cayeron, aunque las de los años venideros se han mantenido casi intactas desde entonces. Sin embargo, después del accidente de Marcoule, sus previsiones de ganancias para 2011 apenas se han visto reducidas.
Su dividendo por acción para el presente ejercicio y para los próximos años sí que se ha visto modificado negativamente tras el maremoto nipón. Antes de Fukushima era de 0,44 euros por título, mientras que después del mismo incidente pasaron a ser de 0,20 euros. Pese a ello, es la única compañía de las grandes de la electricidad en la que esta cifra crece en el último trimestre. Además, es la que más reduce su apalancamiento en los últimos meses.
Por su parte, las estimaciones de beneficio de la gala EDF han ido descendiendo desde el accidente japonés, pero no se han visto afectadas en demasía por la explosión de Marcoule del mes pasado. También escasa fue la reacción que tuvo el incidente en el dividendo que entrega.
Supremacía nuclear francesa
Las compañías galas han sufrido menos por el accidente de su país que por lo ocurrido en Japón por varios motivos. En primer lugar, porque las dimensiones de ambos sucesos son diferentes. El número de afectados es menor en el caso francés, lo que hizo que impactara menos en las estimaciones de las empresas que gestionan la central.
Pero también ocurre por el elevado porcentaje de electricidad que obtiene de la energía nuclear. Según el último informe anual de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) en el modelo francés más del 76% de la electricidad proviene de la energía atómica. Al tener una estrategia consolidada en la que la mayoría de la electricidad proviene del ámbito nuclear, es más difícil que las empresas dedicadas a este tipo de energía se vean afectadas, ya que a la vista de los inversores es más dificil variar un modelo entero que cambiar sólo una parte de él.
No en vano, el país galo es el que más electricidad del mundo obtiene a raíz de la energía atómica en porcentaje. Sólo Suecia, Armenia y Suiza se le aproximan con un porcentaje cercano al 40%.
En cuanto al número de centrales por país, EEUU es la que más posé en su terreno al superar el centenar. Francia y Japón, las dos naciones que se han visto afectadas por los últimos incidentes nucleares con víctimas mortales, son las siguientes de esta lista con 59 y 54 centrales en cada caso.
Evolución en los parqués
Tras los diferentes incidentes, las compañías tuvieron caídas en los índices en los que cotizan. Areva y EDF se dejaron un 17% y un 5%, respectivamente, en las jornadas siguientes a la tragedia de Fukushima, pero días después consiguieron rebotar. Con Tepco no ocurrió lo mismo. La japonesa se derrumbó hasta mínimos históricos y todavía no ha logrado reponerse. Llegó a acumular un descenso superior al 60% en 6 días.
Además, el incidente del pasado 12 de septiembre también le produjo unas caídas en los mercados de más del 10% en los primeros días, mientras que las empresas francesas no se vieron afectadas: ambas registraron subidas.
En lo que va de año, las compañías relacionadas con el sector no han cosechado buenos resultados en bolsa. Areva se ha dejado un 38%, mientras que Tepco ha acumulado descensos del 88%. EDF es la menos afectada, al bajar sólo un 24%.
Finlandia construirá la primera central después de Fukushima
El consorcio finlandés Fennovoima anunció la semana pasada la construcción de una nueva planta nuclear situada en Pyhäjoki, una localidad al oeste de Finlandia. La planta será la sexta en su país, pero su construcción es de especial relevancia por ser el primer proyecto nuclear que se contruirá desde el accidente de Fukushima en marzo de este año. Según los planes preliminares, la nueva central tendrá una potencia de entre 1.500 y 2.000 megavatios y su funcionamiento no empezará hasta el año 2020. Fennovoima tiene previsto recibir durante los próximos meses ofertas de varios fabricantes de reactores nucleares, entre los que se encuentra la compañía francesa Areva.