Bolsa, mercados y cotizaciones

Los paralelismos de una crisis que está lejos de resolverse

De crisis en crisis y tiro porque me toca. Si nos fijamos en la de escollos que la economía mundial ha tenido que sortear desde comienzos de siglo parece mentira que no hayamos solucionado ya las taras que existen en el sistema. Desde la burbuja tecnológica o la de las subprime hasta la extrema adicción al riesgo y el desorbitado endeudamiento? Toda una serie de eventos que han puesto a los países desarrollados al borde del abismo en más de una ocasión.

Sin embargo, a tres años del último desaguisado que resquebrajó el sistema financiero de Estados Unidos y condujo a las economías avanzadas a sufrir la bautizada como Gran Depresión, políticos y banqueros continúan sin asustarse pese a haber visto las orejas al lobo. "EEUU se ahoga en su propia deuda, Europa está en plena ebullición debido a los problemas en la zona del euro, mientras que, por el contrario, la economía de Asia se enfría", avisa Gerard Lyons de Standard Chartered. Seguramente esta advertencia les suene familiar.

EEUU vs Europa

Un tétrico panorama cuyos paralelismos con el pasado son asombrosos. Si durante el verano de 2007 fueron dos hedge funds del desaparecido Bear Stearns los que prendieron la mecha de la bomba subprime, a comienzos de 2010 las sirenas de la crisis de deuda soberana comenzaron a sonar en Grecia. Así, una vez más, el origen de la crisis tuvo lugar en una economía avanzada, donde se supone que la supervisión debería ser constante y donde la más mínima señal debería tomarse como un serio aviso. Pero si EEUU y buena parte de sus bancos pudieron embriagarse durante años de los complicados productos de inversión relacionados con las hipotecas de alto riesgo, ¿por qué la banca fracesa o alemana no iba a aprovecharse del endeudamiento heleno?

Al fin y al cabo, con el cadáver de Lehman Brothers de cuerpo presente, los bancos de EEUU recibieron el apoyo, no sólo de los contribuyentes con un rescate superior a los 700.000 millones de dólares, sino de las políticas expansivas de la Reserva Federal. Ben Bernanke, guardián que vela por la integridad estadounidense, rebajó los tipos hasta dejarlos entre el 0 y 0,25 por ciento, abrió la barra libre para garantizar la liquidez de la banca y agració a los mercados con sendos programas de estímulo, el primero por valor superior a un billón de dólares y el segundo con una factura de 600.000 millones de dólares.

Ahora en Europa, tanto el Banco Central Europeo como el Fondo de Estabilidad Financiero sirven de flotador al azote de la crisis soberana, aunque parece que la entidada capitaneada por Jean-Claude Trichet sigue empeñada en mantener los tipos de interés en un 1,50 por ciento, cuando hasta el FMI y otras entidades aconsejan lo contrario. Hasta la fecha, tres países periféricos como Grecia, Irlanda y Portugal, han tenido que ser rescatados por la troika. Jean-Claude Trichet, voz cantante del BCE, hasta el 31 de octubre, se ha visto obligado a tener que comprar deuda española e italiana y expandir su hoja de cuentas de forma similar a como Bernanke lleva haciendo desde hace tiempo a este lado del Atlántico.

Por otro lado, la exposición de la banca europea a la deuda helena, con Francia y Alemania a la cabeza, lleva a preguntarse por qué dichas entidades no comenzaron a deshacer posiciones hace tiempo. No hay que olvidar que los rumores de una quiebra griega comenzaron a surgir a finales de 2009, pero parece que la banca sabe que en casos de extrema necesidad, los gobiernos y los contribuyentes siempre amortizarán el golpe. Ahora, tanto el FMI como analistas de J.P.Morgan y BofA Merrill Lynch sitúan las necesidades de capital entre los 100.000 y 230.000 millones de euros.

A día de hoy, como en 2008 ocurrió con Citigroup, Wells Fargo o Bank of America, las acciones de la banca europea se han desplomado más de un 60 por ciento y la necesidad de recapitalización es evidente. Aun así, la idea del "demasiado grande para caer" sigue instaurada en el gran banca mundial y las entidades estadounidenses no aprenden la lección.

Bank of America Merrill Lynch ha visto cómo en el tercer trimestre su cotización en el mercado ha perdido un 42 por ciento de su valor. Algo que pone a la entidad de Bryan Moynihan contra las cuerdas, especialmente cuando muchos aseguran que podría correr la misma suerte que Lehman, especialmente por su exposición al mercado hipotecario del país tras la absorción de Countrywide y su portafolio de hipotecas de alto riesgo.

También hemos visto cómo el coste de compra de los seguros de crédito (CDS) para asegurar a Morgan Stanley se ha disparado por encima del precio de algunos grandes bancos franceses e italianos. Aunque sigue estando por debajo del máximos post-Lehman, se encuentra en su nivel más alto desde marzo de 2009.

'Les enfants terribles' de la banca

Antonio Fatas, profesor de Economía de Insead, explica cómo algunos bancos franceses, como Société Générale, han sufrido más por el sabotaje de alguno de sus traders que por su exposición a la deuda griega. Según explicó este experto, las pérdidas derivadas por el banco tras las operaciones no autorizadas de Jérôme Kerviel, allá por enero de 2008, ascienden hasta 4.900 millones de euros. Si establecemos una comparación, la exposición de Société Générale a la deuda griega alcanza los 2.900 millones de euros. Y es que la banca sigue sin meter en cintura a sus empleados. Ni la reforma financiera Dodd-Frank en EEUU ni los nuevos requisitos de Basilea o la propia cúpula de UBS han conseguido evitar, tres años más tarde, que el banco suizo fuera víctima de las acciones descontroladas de Kweku Adoboli, un trader de renta variable que no sólo ha provocado pérdidas por valor de 2.000 millones de dólares a la entidad suiza, sino que también provocó la salida de su capitán, Oswald Grübel.

Dicen que la letra con sangre entra y tanto la clase política como bancaria parece estar esperando un verdadero colapso del sistema para aprender la lección.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky