Los ministros de finanzas de Francia y Bélgica reiteraron ayer su apoyo al banco franco-belga Dexia a través de un escueto comunicado emitido desde Luxemburgo al margen de la reunión del Eurogrupo.
Las acciones de la entidad bancaria se desplomaron ayer un 22,46 por ciento y alcanzaron un mínimo histórico de 0,81 euros después de que en la noche del lunes al martes el Consejo de administración de Dexia anunciara una profunda reestructuración financiera.
"Los Estados francés y belga, en cooperación con sus bancos centrales, tomaran todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los clientes y acreedores de Dexia", aseguraron en ese comunicado François Baroin y Didier Reynders. Ambos ministros se comprometieron a aportar su garantía para la financiación de la entidad. Un mensaje destinado a calmar a los mercados pero que no pudo evitar el desplome del banco belga y del resto del sector (ver pag. 33).
Lo cierto es que la prensa de ambos países anunciaba ayer que la intención del consejo de administración de Dexia es desmantelar la entidad bancaria asfixiada por la falta de financiación, por sus activos tóxicos y su exposición a las deudas griega e italiana. De hecho, muchos medios de comunicación hablan ya del primer banco que sucumbe a la crisis de la deuda soberana, si bien Dexia atravesaba desde 2008 un duro proceso de reestructuración tras rozar la bancarrota. Entonces, los Estados belga y francés lograron reflotarla gracias a una inyección de mas de 6.000 millones de euros.
El ministro Reynders confirmó que la creación de un "banco malo" para deshacerse de activos tóxicos es una de las posibilidades sobre la mesa y descartó toda inquietud en torno al futuro del grupo puesto que Francia y Bélgica proporcionaran su apoyo.
Del lado francés hay preocupación sobretodo por el impacto en los prestamos a las comunidades locales que representan 80.000 millones de activos de Dexia. En este sentido, el ministro galo François Baroin aseguró que "pase lo que pase, pondremos en marcha una solución rápida y eficaz para evitar una caída de esta actividad".
Trasciende a la esfera política
Una situación, la de Dexia, que no sólo ha afectado a las caídas generalizadas en los parqués, sino que ha trascendido hasta la esfera política. De hecho, ayer el gobierno belga celebró una reunión restringida de urgencia para tratar la situación de la entidad franco-belga. Pero el problema trasciende más allá de las fronteras de este país. Prueba de ello es que ayer, el Comisario europeo de competencia, Joaquín Almunia, salió a la palestra para señalar que no descarta nuevas reestructuraciones de la banca europea. En sus declaraciones recordó que desde octubre de 2008 la comisión ha aprobado un total de 25 reestructuraciones, junto con la liquidación de 11 entidades. "Ahora mismo estamos trabajando en planes de reestructuración para otros 21 bancos y no podemos excluir que ese número crezca en el futuro", indicó el comisario.
Aunque fue más allá al señalar que a Europa todavía le queda mucho camino por andar para salir de la crisis de deuda en la que actualmente se haya inmersa la eurozona, a pesar de las medidas tomadas, ya que en su opinión aún existen muchos problemas dentro del sector financiero, cuya solución está todavía pendiente. "La duradera crisis de la deuda soberana está poniendo al conjunto de la zona euro bajo una presión severa", subrayó el político español. "Todos somos conscientes de la seriedad de la situación y de lo que está en juego", apostilló.
Dadas las condiciones en las que ahora se encuentra la Unión Europea (UE) con el sector financiero castigado ante la incapacidad de solucionar la crisis de deuda periférica, Almunia manifestó su intención de proponer al colegio de comisarios, una prórroga para el mantenimiento en el 2012 del régimen especial de ayudas a la banca. Una medida que Bruselas, en principio, tenía previsto poner fin a esta estrategia a finales de este año.
No es la primera vez que Almunia advierte a la UE de que va a contrarreloj. El pasado lunes dijo en referencia a la crisis griega que en Europa "no se puede perder más tiempo" porque los problemas "se acumulan encima de la mesa y posponer las decisiones eleva el coste para todos".