
Aunque con pocas esperanzas, ésa es la verdad: su gran expectativa del arranque del año era el desempleo de EEUU conocido el viernes, que no sólo no frenó el desastre sino que decepcionó gravemente las expectativas e incrementó mucho las posibilidades de una recesión.
Esta semana hay varios elementos que pueden calmar un poco los ánimos. Por un lado, los centros comerciales anunciarán sus ventas de diciembre el jueves, algo que dará una medida muy certera del impacto de la crisis en el gran motor de la economía norteamericana: el gasto de consumo. Aunque las ventas en Navidad decepcionaron, algunos observadores esperan un buen dato en el conjunto de diciembre por los regalos de última hora y el inicio de las rebajas la semana pasada.
Por otro lado, tendremos el inicio de la temporada de resultados del cuarto trimestre, con Alcoa en primer lugar como es tradicional (el miércoles). Las expectativas para la compañía no son demasiado buenas, por la combinación de la caída del precio de los metales básicos y la debilidad del dólar. Para el conjunto del mercado, el consenso espera una caída de beneficios del 9,5%, lo cual significa que los analistas han salido escaldados del tercer trimestre, cuando la realidad destrozó unas ingenuas expectativas de crecimiento.
En tercer lugar, tendremos discursos de varios miembros del Comité de la Reserva Federal, incluido Bernanke, en los que el mercado buscará ávidamente pistas sobre si en la reunión del día 30 se producirá la ansiada rebaja de medio punto en los tipos (en diciembre también se esperaba, pero Bernanke decepcionó al mercado). Después del ISM y el desempleo conocidos la semana pasada, todo el mundo da por hecha una nueva bajada tipos; la duda es si será de 0,25 o de 0,50 puntos.
La semana no traerá demasiados datos económicos de relevancia: las viviendas pendientes de venta (martes), los inventarios mayoristas (jueves) y los precios de importación, el déficit comercial y el déficit público (viernes).
Finalmente, los indicadores técnicos señalan una enorme sobreventa tras el desplome, lo que apunta a un rebote en los próximos días que puede ser relevante. Pero ahora mismo nadie apuesta porque ese rebote tenga continuidad; será en la recaída posterior cuando se libre la batalla decisiva.