Bolsa, mercados y cotizaciones

El oro sufre su mayor caída desde 1983

Los inversores viajan de expectativas en expectativas. Al fin y al cabo, la esperanza es lo último que se pierde. ¿Qué esperan? ¿Qué piden? Algo que llevarse a la boca.

Dicho de otro modo: "El mercado sigue pendiente de la evolución del problema soberano en la periferia europea y de la falta de decisión de las autoridades políticas y monetarias para tomar medidas contundentes", sostienen desde Banif. El problema es que, como no terminan de concretarse, pues llegan las decepciones. Y con éstas, las ventas y los números rojos en los activos con riesgo.

Porque si ha habido una razón que explique la fuerte caída vista en los parqués internacionales este semana procede de la decepción generada por la última reunión de la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU. La cita estaba rodeada de una expectación máxima, pero la entidad presidida por Ben Bernanke no colmó los deseos de los inversores. Más bien todo lo contrario: primero, porque decidió no imprimir más dólares para reactivar el crecimiento, que era la opción preferida por los mercados, y optó por vender deuda a corto plazo que ya posee para comprar deuda a largo plazo, una maniobra conocida como Operación Twist; y segundo, porque dibujó un escenario con "riesgos significativos a la baja sobre el crecimiento", con lo que alentó los temores acerca de una recaída en la recesión. Como, además, los datos de actividad empresarial de Europa y China confirmaron que la economía se está enfriando, la hipótesis de la contracción siguió arraigando. Esta combinación provocó que entre la noche del miércoles y el cierre de la jornada del jueves, los principales índices bursátiles mundiales acumularon descensos comprendidos entre el 4 y el 8 por ciento.

Pero el viernes, no sin sufrir los correspondientes vaivenes, renacieron las expectativas. Se enfocaron en el Banco Central Europeo (BCE). Más en concreto, en la posibilidad de que en la reunión de octubre redoble sus esfuerzos para reforzar la liquidez del sistema bancario y rebaje los tipos de interés. Es más, JP Morgan espera un recorte de medio punto porcentual, hasta situarlo en el 1 por ciento.

Esta esperanza propició una ración de subidas en los mercados europeos -en el caso del Ibex 35 fueron del 2,1 por ciento- en la última jornada de la semana. Pero no bastó para enjugar los lustrosos descensos acumulados en las cuatro sesiones anteriores. En el conjunto de la semana, el Ibex ha descendido un 4,7 por ciento, hasta los 7.996,9 puntos. Hasta 11 valores del índice han caído más de un 10 por ciento -el peor, ArcelorMittal, ha perdido un 14,4 por ciento- y sólo Inditex ha cerrado en positivo. Con todo, ha sido de los que mejor ha aguantado el chaparrón. El EuroStoxx 50 ha cedido un 6,2 por ciento; el Dax alemán, un 6,8 por ciento; y el Cac 40 francés, un 7,3 por ciento.

Vasos comunicantes

Con la decisión de la Fed y el pánico reinante en los mercados como telón de fondo, el dólar ha mostrado bríos renovados. No es para menos, puesto que Bernanke confirmó que, por el momento, no pondrá más dólares en circulación y, al mismo tiempo, los inversores buscaron refugio en el billete verde. Esta combinación ha permitido que la moneda estadounidense se haya apreciado un 2,2 por ciento en el conjunto de la semana, hasta los 1,349 dólares, aunque ha llegado a cambiarse a 1,338 dólares, su cambio más alto contra la moneda única desde enero.

La terna formada por las medidas de la Fed, el temor a la recesión y la apreciación del dólar ha provocado una profunda sacudida en las materias primas. Las más acusadas son las sufridas por los metales preciosos, que han protagonizado unos descensos históricos. La plata se hundió ayer un 15 por ciento, hasta los 30 dólares, en su mayor caída diaria desde 1979. En cuanto al oro, la onza del metal precioso ha retrocedido un 9 por ciento, en su mayor caída semanal desde 1983, y ha corregido hasta los 1.652 dólares, su mínimo desde comienzos de agosto. Ambos desplomes, además de refrendar que en su reciente escalada no sólo había factores defensivos sino también especulativos, constatan que los inversores quieren tener liquidez en estos momentos a toda costa.

El barril de petróleo Brent, de referencia en Europa, ha descendido un 6,9 por ciento, hasta los 104,5 dólares, el precio más bajo desde comienzos de agosto. Se ha tratado de la semana más bajista del crudo desde junio.

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