
La posibilidad de un euro fuerte dañaría las exportaciones germanas.
Si la eurozona se rompe...
La respuesta puede ser que no, que una eurozona integrada sólo por sus miembros más fuertes acabaría siendo un lastre para sus economías, sobre todo para la alemana. Y no sólo porque una quiebra de alguno de ellos afectaría sobremanera a sus bancos sino también por el efecto que tendría la divisa en sus economías. "Los alemanes tienen que estar agradecidos a Grecia por evitar que el euro se aprecie más", afirma Juan Ramón Caridad, director de ventas institucionales de Swiss&Global. No hay que olvidar que un euro débil les beneficia ya que es el sector de las exportaciones el principal pilar en el que se apoya su economía y es esto lo que ha llevado al país teutón a ganarse el sobrenombre de locomotora de Europa.
Y ahora lo único que contiene la apreciación del euro (gana sólo un 4,3 por ciento frente al dólar en 2011 a pesar del QE2 de la Fed para debilitar su divisa, un objetivo nunca reconocido) es la incertidumbre que planea sobre varios de sus miembros (Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España). Es decir, la expulsión de alguno de estos miembros daría un giro radical en la percepción que tienen los inversores hacia esta divisa, que dejarían de considerarla como moneda en peligro para empezar a verla como activo refugio. Traducción: empezarían a comprar euros y esto provocaría una apreciación de la divisa.
¿Qué puede suponer eso para Alemania, un país en el que más del 40 por ciento de su PIB está ligado a las exportaciones? Suiza puede ser el espejo en el que se reflejaría. Su moneda, el franco suizo, se ha convertido, junto con el yen japonés, en uno de los destinos preferidos de aquellos inversores que buscan alternativas seguras en un contexto de crisis de deuda de la eurozona y amenaza de recesión en EEUU. Esto explica que la divisa helvética acumule una revalorización del 3,83 por ciento frente al euro y del 8,02 por ciento frente al dólar en lo que va de año o que el yen haya marcado precios máximos no vistos desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, una divisa fuerte, en un contexto de desaceleración económica mundial no es algo para celebrar. Ni en Japón, que está inmerso en un proceso de reconstrucción tras el tsunami que azotó a la isla en marzo de este año. Ni en Suiza, cuyo banco central ya ha intervenido en el último mes para frenar la revalorización del franco. Una apreciación que, sin embargo, ya está empezando a afectar a las empresas suizas. De hecho, el suizo es el mercado en el que más han recortado las previsiones de beneficio para 2011. En estos momentos las estimaciones del consenso de mercado, recogido por FactSet, apuntan a que las compañías cotizadas en el suizo SMI cerrarán el ejercicio con un beneficio total de 54.583 millones de francos, más de un 6 por ciento menos que lo estimado antes de que comenzara la racha bajista de las bolsas y, por lo tanto, se convirtiera la divisa helvética en refugio de los inversores. Por no mencionar que tanto Credit Suisse como UBS han anunciado recortes en sus plantillas.
Un futuro que podría repetirse con las compañías alemanas, en el caso de que el euro se convirtiera en la nueva moneda refugio. Y si no sólo hace falta recordar lo que sucedió en Alemania cuando la escalada de más del 17 por ciento que vivió el euro desde el 20 de abril al 25 de noviembre de 2009, que le llevó a superar los 1,51 dólares, se tradujo en un descenso del 20 por ciento en las previsiones de beneficio que tenían los analistas para 2009. Un año en el que, por cierto, su economía se contrajo un 5 por ciento...