Bolsa, mercados y cotizaciones

BofA busca el auxilio de J.P. Morgan por sus fuertes pérdidas

Bank of America se está convirtiendo en una de esas compañías a las que les pasa de todo. Después del batacazo del lunes (se desplomó un 7,89%) ayer, la entidad volvía a comenzar en números rojos la sesión, llegando a caer más de un 6% a los diez minutos de la apertura de Wall Street que le llevaron a cotizar en 6,01 dólares la acción, un nivel inédito desde la inquietante referencia de los mínimos históricos de marzo de 2009.

Además lo hacía con la fiebre bien alta, pues sus escudos contra impago (CDS por sus siglas en inglés) estaban marcando máximos anuales, en 350 puntos.

El banco vivía así su cuarta sesión consecutiva de castigo bursátil -en la que acumula una caída de casi el 15% sufriendo la desaprobación de los inversores ante la posibilidad de que Bank of America (BofA) tuviese que efectuar una ampliación de capital para sanear sus maltrechas cuentas. No en vano, hace menos de un mes que la media de analistas que sigue su evolución comenzó a estimar que la entidad, la cuarta por capitalización de EEUU, registaría pérdidas en 2011. Ahora, una vez reflejados los resultados presentados por la entidad para el primer semestre del año, el consenso de mercado estima que cerrará el ejercicio con números rojos por 2.550 millones de dólares (ver gráfico).

La ampliación de capital y la vuelta a pérdidas son sólo dos de las paradas del viacrucis que está sufriendo la entidad. La demanda millonaria interpuesta por la aseguradora AIG es otro de los motivos por los que BofA ya se deja más de la mitad de su valor en bolsa en lo que llevamos de 2011, una caída que le convierte en el valor con peor comportamiento del Dow Jones, su índice de referencia.

¿El rescatador, rescatado?

Las dramáticas circunstancias por las que está pasando la entidad provocaron que ayer se abriera camino un nuevo rumor que sacudió Wall Street: la posibilidad de que J.P. Morgan fuese forzado por el Gobierno de EEUU para comprar Bank of America. Así lo publicaba el blog 24/7 Wall St., del diario Wall Street Journal, cifrando en 100.000 millones de dólares la cantidad que sería necesario que las autoridades económicas del país inyectasen en la entidad, mediante la compra de acciones preferentes.

De esta forma, el banco rescatador (en su día BofA fue obligado a adquirir Merrill Lynch para evitar su quiebra) se convertiría en el rescatado por el otrora gran rival en el negocio de la banca de inversión.

J.P. Morgan es, del sector financiero estadounidense, el valor que mejor ha resistido la era post Lehman: en los últimos 3 años cede un 11 por ciento, frente a las caídas superiores al 20 por ciento de sus competidores en el mismo periodo (ver gráfico). El consenso de mercado recomienda comprar sus títulos, y estima que cotiza a uno de los peres (veces que se recoge el beneficio en el precio de la acción) más bajos de su sector, en 6,7 veces.

Pero no se debe ver esta adquisición forzada únicamente como un salvavidas para BofA. También sería un trampolín para J.P. Morgan, pues permitiría a la banca estadounidense volver a jugar en la división de honor de los bancos, copada por entidades chinas como el Industrial & Commercial Bank of China o China Construction, y en donde HSBC es actualmente el único representante de las finanzas occidentales (ver gráfico).

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