
Las bolsas europeas se lanzaron ayer a tentar otrar vez a la suerte, tras el rebote fallido de la semana pasada. Así, durante la sesión se vieron alzas generalizadas que superaron el 1% en todos los principales índices de referencia salvo en el caso del Dax 30 alemán, que cerró la sesión con ligeras pérdidas.
El Ibex 35 se encargó de liderar las alzas en el Viejo Continente, cerrando la sesión con alzas del 1,87% que, sin embargo, no le sirvieron para reconquistar los 8.300 puntos, aunque sí llegó a superar este nivel en el intradía.
El hecho añadido de que el italiano Ftse Mib fuese el segundo mejor índice, al repuntar un 1,78%, se puede interpretar como un signo de que el riesgo país sigue estando presente en la zona euro aunque se mantenga momentaneamente en un segundo plano ante la aparición de otras noticias. Por ejemplo, que ayer los rebeldes libios entrasen en Trípoli tuvo efectos positivos sobre las grandes petroleras europeas; especialmente en Eni (que cuenta con la presencia del fondo soberano libio Libian Investment Authority en su capital), que contribuyó a las alzas del EuroStoxx (que subió un 1,13%) al dispararse más de un 6%.
Por ello, los expertos han vuelto a poner en duda la sostenibilidad de esta segunda intentona de los toros (alcistas), explicando este rebote como una reacción al exceso de sobreventa con el que se despidieron las bolsas europeas la semana pasada. Es decir, que podría volver a materializarse, por segunda semana consecutiva, el aforismo bursátil conocido como rebote del gato muerto, por el cual las bolsas suben después de fuertes caídas, pero solamente para volver a caer.
"Es verdad que los mercados están muy sobrevendidos y por tanto, aumenta la probabilidad de ver un rebote a corto plazo. Pero las verdaderas buenas señales llegan cuando el mercado sale de la sobreventa", explicaba Miguel Paz, de Unicorp. Más preciso se mostraba Joan Cabrero, analista de Ágora A. F. para Ecotrader, al afirmar que esta tregua podría "en el mejor de los casos devolver a los índices a la zona de máximos de la semana pasada, donde probablemente la presión bajista volvería a ser fuerte". En el caso de las bolsas española, francesa, belga e italiana, hay que recordar que la prohibición sobre posiciones cortas expira el viernes.
Pese a las subidas, dos hechos reflejaron la desconfianza hacia las bolsas: por un lado, los inversores aprovecharon las caídas de la semana pasada para entrar en valores defensivos, de tal forma que eléctricas y compañías ligadas a la salud fueron los dos sectores del Stoxx 600 más alcistas de la jornada, con subidas del 2,22 y el 2%. Por otro lado, aunque franco suizo y yen retrocedieron en su cruce contra el euro, más bien se debió a la inminencia de sendas intervenciones de los bancos centrales de Suiza y Japón para evitar un excesivo fortalecimiento de sus respectivas monedas. De ahí que el oro se volviera a convertir en el activo refugio protagonista, batiendo un nuevo máximo histórico.
¿Más 'barra libre'?
Al igual que en otras ocasiones de las últimas semanas, la apertura alcista de Wall Street también contribuyó a mantener los ánimos en Europa. Pero, a diferencia de los parqués europeos, lo que reflejaron los principales índices de referencia en EEUU era más bien una situación de calma tensa que después se fue relajando a medida que avanzaba la jornada, de tal forma que tanto el Dow Jones como el Nasdaq y el S&P 500 también avanzaban en torno al 1% a media sesión.
La razón que explica que la bolsa americana haya arrancado así de optimista la semana tiene fecha y lugar: este viernes en Jackson Hole. Ese día tiene lugar la reunión de los banqueros centrales que se celebra cada año en esta apacible localidad del estado de Wyoming, EEUU. Los ojos están puestos en la anfitriona, la Reserva Federal, y especialmente en Ben Bernanke, su presidente. Desde JP Morgan, Bruce Kasman y David Hensley, consideran que el discurso de Bernanke el próximo viernes seguirá "el guión del año pasado" y tomará como referencia el comunicado de la última reunión del Comité de Mercados Abiertos de la Fed. "Validará las expectativas que apuntan a posibles acciones por parte del banco central pero evitará dar a entender que ya se ha decidido que acciones tomar", explicaron ambos analistas en un informe.
Lo que esperan los mercados son nuevos planes para recalentar la economía estadounidense (y de paso, la mundial), y hacerlo con idénticas estrategias. Es decir, que se reedite la barra libre de la que ya hecho mano el presidente de la Fed dos veces en el pasado, la primera entre 2008 y 2009 (en la que se invirtieron 1,7 billones de dólares) y el segundo entre noviembre de 2010 y junio de este año, en el que ha gastado 600.000 millones de dólares.
La activación de esta medida pende como una espada de Damocles sobre la cabeza de Bernanke. Los mercados la consideran necesaria para evitar que regrese la recesión. Pero al mismo tiempo existen dos precedentes que cuestionan su utilidad. Además, el presidente de la Fed cuenta con la oposición de tres halcones (directivos) del banco, algo inédito desde 1992.
Para Zach Pandi, economista de Goldman Sachs, el discurso de Bernanke en Jackson Hole servirá para que el presidente de la Reserva Federal pueda ofrecer más detalles sobre las señales de ralentización de la economía estadounidense. Eso sí, asegura que el guardián del banco central de EEUU "mantendrá su optimismo de cara a finales de año y comienzos de 2012, cuando la expansión económica debería tomar impulso". Además añade que durante su discurso, Bernanke dará detalles sobre una posible compra de activos, lo que daría luz verde a un QE3 y que los operadores de renta variable estadounidense ya descuentan por valor de, al menos, 300.000 millones de dólares. Otros expertos van más lejos: según Barclays, el comportamiento del bono a 10 años estadounidense indica que los inversores han fijado entre los 500.000 y los 600.000 millones de dólares el precio que pagará la Fed por recomprar deuda de EEUU.
Neal Soss, economista jefe de Credit Suisse Holding USA, dejó claro que "Bernanke sabe que todo el mundo estará pendiente de su discurso por lo que si decide no ofrecer un mensaje contundente, los mercados y los inversores mostrarán su decepción". "Es absolutamente crítico que el presidente de la Fed se retrate así mismo como una figura capaz de tener la relevancia necesaria para resolver los problemas económicos que enfrentan los ciudadanos de EEUU", añadió.