El rendimiento de la deuda pública estadounidense a 10 años cae por debajo del 2%, el de la alemana roza el 2% y dispara su prima con la española a 290 puntos.
Ante una crisis bursátil con pocos precedentes y una crisis de la deuda en la eurozona sin ninguno, una de las pocas alternativas de refugio que encontraron ayer los inversores fueron los bonos. Más concretamente, los de países como EEUU, Reino Unido y Alemania, a los que el pánico de los inversores siempre les favorece.
De hecho, la sobrecompra de este tipo de activos provocó que sus rentabilidades, que caen cuando suben los precios, marcaran nuevos mínimos históricos. Por ejemplo, el rendimiento del bono de EEUU a diez años incluso cayó por primera vez en su historia por debajo del 2% en algún momento de la frenética sesión, aunque terminó en torno al 2,08%, en lo que es otro claro reflejo de que cada vez son más los inversores que empiezan a vestir sus carteras de cara a una recesión ya no estadounidense sino global.
El miedo a esta recesión global también se notó en el mercado de bonos europeos. El bund germano, que había acumulado alguna que otra sesión al alza después de que el BCE decidiera tranquilizar los ánimos comprando bonos de la periferia, volvió a ser el objeto de deseo de los inversores. Y de qué manera. Su rentabilidad llegó a caer hasta el 2,03%, aunque luego rebotó hasta el 2,08%, igualmente mínimo histórico, frente al 2,20% del miércoles. Este espectacular retroceso, unido al leve repunte experimentado por el bono español, que repuntó hasta el 4,98%, disparó la prima de riesgo española por encima de los 290 puntos básicos en la que se convirtió en la mayor subida diaria desde la intervención del BCE.
Reino Unido, país de la Unión Europea pero sin los problemas de la eurozona, también actuó de refugio para los inversores que optaran por el exilio bursátil. Así, el rendimiento de su deuda pública a diez años (gilt) retrocedió hasta el 2,31%, marcando así su nivel más bajo de siempre. Niveles que se quedarán obsoletos si el pánico sigue campando a sus anchas en el mercado, al calor de unos datos económicos que decepcionan día tras día a los inversores.