Acorralada por las presiones de las agencias de 'rating' y por los problemas que vienen de EEUU, la bolsa española cierra su tercer mes consecutivo en negativo con descensos del 7 por ciento que le llevan hasta los 9.630 puntos y con el indicador del riesgo España situado en los 354 puntos básicos.
Los meses de verano se suelen caracterizar por calma en los mercados. Pero a partir de ahora habrá que poner un pero a esa afirmación. El Ibex 35 cierra el mes de julio con un desplome del 7 por ciento que le ha llevado a descender hasta los 9.630 puntos. Se trata del peor balance mensual en ocho meses y de la tercera caída consecutiva. Algo que no ocurría desde los meses de abril, mayo y junio de 2010 cuando estalló toda la crisis de deuda soberana en la eurozona.
Poco ha durado el optimismo del mercado español cuando cerró junio en los 10.000 puntos. La reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la Eurozona hizo soñar con que se pudiera sostener una tendencia alcista, pero esa hipótesis fue perdiendo fuerza día a día, cuando el índice iba sumando números rojos. Tras ese mínimo aire de optimismo volvieron las tensiones y las dudas acerca de que España pueda cumplir con el objetivo de deficit. El FMI lo pone en duda y las agencias de rating siguen recordando constantemente el problema que tiene la economía con revisiones negativas de la nota crediticia que ponen en aviso de futuras rebajas de rating. La última fue la de Moody's, que este viernes colocó la calificación Aa2 de España en revisión para una posible rebaja al considerar una mayor vulnerabilidad de las finanzas públicas. Incertidumbres que se suman a las que vienen de Estados Unidos, donde no acercan posturas para elevar el techo de deuda con el que evitar un posible impago, y las que puede generar en los próximos días la decisión del Gobierno capitaneado por Rodríguez Zapatero de adelantar las elecciones generales al próximo 20 de noviembre (ver Tema del día).
La preocupación de los inversores ante cuál puede ser el escenario futuro ha propiciado ventas abundantes en renta variable, alimentadas además por los malos resultados empresariales presentados, e importantes aumentos de la prima de riesgo.
Tan sólo cuatro valores del Ibex lograron ganarse la confianza de los inversores y cerraron el mes de julio en positivo. Se trata de Grifols, que dice adiós en máximos desde 2008, Mediaset, Ferrovial y en menor medida, Inditex.
Crisis más allá de la renta variable
La desconfianza de los inversores no sólo se ha reflejado en la alta volatilidad que invade al mercado de renta variable, también se ha dejado sentir en el de renta fija. En el último mes, las rebajas de rating de las agencias de calificación a países como Grecia o Portugal ha sido clave para reabrir de nuevo la crisis de deuda periférica.
La crisis de deuda periférica que vive Europa ha llevado a la prima de riesgo española, medida por la diferencia entre nuestros bonos y los bonos alemanes a 10 años, a cerrar el mes de julio en los 354 puntos básicos, frente a los 269 puntos con los que finalizó el mes de junio. Es decir, en los últimos 30 días la brecha se ha ensanchado en un 46,28 por ciento. En este impresionante rebote del diferencial influye no sólo el repunte que ha experimentado la rentabilidad del bono español, que sube cuando cae su precio, y que ha pasado del 5,44 al 6,08 por ciento en el último mes; también la fuerte caída del rendimiento del bund germano. No en vano es uno de los activos que mejor funciona como refugio en tiempos de crisis, lo que explica que su rentabilidad haya pasado del 3,02 por ciento al 2,53 por ciento en el último mes.
También un fuerte rally se ha visto con el coste de asegurar la deuda española. El seguro de riesgo contra impago español (CDS, por sus siglas en inglés) repuntó en el mes de julio un 35 por ciento hasta cerrar en los 363 puntos básicos, lo que le coloca entre los seis países con mayor riesgo del mundo en incurrir en un impago. Entre tantas dudas, los inversores han vuelto a clavar su mirada en el oro. El metal amarillo se ha revalorizado en el último mes un 9 por ciento, hasta los 1.624 dólares por onza aunque ayer superó por momentos los 1634 dólares, cifra que llevó al metal precioso en máximos históricos.
Un síntoma más de que los inversores están refugiándose ante lo que se les puede venir encima si antes del 2 de agosto no acuerdan elevar el techo de deuda. Por lo pronto, a media sesión, el Dow Jones sumaba su sexta sesión consecutiva en negativo y se situaba en los 12.182 puntos, lo que supone un descenso semanal de caídas del 3 por ciento que Wall Street no veía desde agosto del año pasado.