El pago de dividendo mediante acciones de la compañía es cada vez más frecuente. Esto equivale a más 'papel' que, sumado al resto de ampliaciones de capital, diluyen el beneficio.
La compañía de la que es accionista le entrega un talón que puede cobrar en efectivo o en especie, en este caso en títulos de la propia empresa. Esta práctica no es nueva, pero sí está implantándose cada vez más en la bolsa española con un elevado grado de aceptación entre los inversores. Uno de los problemas que presenta es que si la entrega es con acciones nuevas, que es como suele hacerse, ese papel adicional supone una dilución de valor y de beneficio para el accionista. La empresa sigue valiendo lo mismo y sus ganancias se reparten entre un mayor número de títulos.
Si a esto le sumamos el resto de ampliaciones de capital que lleve a cabo una compañía para financiar su crecimiento, al final el accionista debe tener en cuenta que a la paga que recibe de la empresa en el ejercicio hay que cotrarrestarle lo que suponen todas estas operaciones.
Si cogemos los diez grandes valores de la bolsa española y analizamos cómo evoluciona el crecimiento en su beneficio y la retribución por acción que entregan a sus accionisas se observan enormes diferencias. Dos de estos casos son Santander y BBVA.
Desde 2008 hasta el cierre de este año, las ganancias del banco que preside Emilio Botín crecerán un 1,75 por ciento, al pasar de los 8.876 millones de euros que ganó aquel año a los 9.032 millones que se esperan en 2011, según las previsiones del consenso de mercado. En cambio, su beneficio por acción (BPA) caerá más de un 18 por ciento. Una historia similar se repite en BBVA. En este caso, el banco no ha mejorado sus ganancias. Este año las estimaciones apuntan a que serán un 5 por ciento menores a las que registró hace tres años, pero en BPA el descenso es mayor, de un 26 por ciento (ver gráfico).
Ahora bien, estas diferencias no sólo vienen por ampliaciones liberadas -las que se hacen con cargo a reservas- para pagar dividendos. De hecho, las empresas suelen elevar su capital, de forma no liberada, para afrontar adquisiciones o en otras ocasiones en las que necesiten financiación. Y Santander y BBVA lo han hecho en estos tres años, principalmente para expandir su negocio fuera de España con la compra de entidades.
Por su parte, Santander ha necesitado unos 1.900 millones de euros para irse de compras en este tiempo. En 2008 amplió su capital en 1.740 millones de acciones dentro de su plan de expansión en el mercado británico con la compra de Alliance & Leicester. Unos meses más tarde, en enero de 2009, hacerse con la estadounidense Sovereign Bancorp supuso una ampliación de 161 millones de títulos.
El año pasado fue cuando BBVA se embarcó en la adquisición del 25 por ciento del banco turco Garanti, para lo que necesitó aumentar su capital en 742 millones de acciones. De ahí viene la gran brecha entre la evolución de su beneficio y su BPA.
Aunque estos movimientos son los que suponen un importante efecto dilutivo, también ponen su granito de arena las ampliaciones liberadas para pagar dividendo. Santander ha elevado el capital en 273 millones de acciones en total en las tres ocasiones en las que ha elegido este esquema de retribución desde 2008. Esto equivale a un 3,2 por ciento de su capital actual. Un porcentaje menor, de sólo el 1,3 por ciento, es lo que representan las acciones -60 millones- con las que BBVA aumentó su capital el pasado abril para pagar con títulos.
Estas prácticas tienen un elevado grado de aceptación entre los accionistas. Concretamente, un porcentaje equivalente a un 83-93 por ciento del capital de Santander optó por ello. Y en la última entrega de BBVA, la acogida quedó respaldada por un 80 por ciento del capital. No obstante, una de las razones que explica los altos porcentajes es que si el accionista no ordena lo contrario, la remuneración se efectúa en acciones.
Otra forma de retribuir
Sin embargo, entre las grandes del parqué español hay quien no ha creado más papel en los últimos años. Incluso lo han eliminado. ¿Cómo? Amortizándolo. Es el caso de Telefónica. En diciembre de 2009, el grupo realizó una amotización de capital, con la que el número de acciones bajó en 141 millones. Un año y medio antes la teleco amortizó otros 68 millones de acciones. Todo ello equivale a un 4,58 por ciento de su capital actual.
Este tipo de operación supone todo lo contrario para el accionista: el BPA mejora, ya que la tarta de beneficios se reparte entre menos títulos. No es extraño entonces que se espere que Telefónica cierre el año con un crecimiento del beneficio neto de casi un 4 por ciento en tres años, mientras que el incremento es el doble si se mira por BPA.
De esta manera, reducir capital incluso puede ser una forma indirecta de retribución. El accionista de Telefónica, además de recibir una alta rentabilidad por dividendo -ya alcanza el 10 por ciento (ver apoyo)-, debe contemplar que estas amortizaciones le permiten tener más participación en la compañía y, con ello, recibir al mismo tiempo una porción mayor de las ganancias.
Precisamente en relación a esto, algunos agentes del mercado apuntan a que ante el dilema que se le plantea ahora a Telefónica tras su comprometida política de retribución, el grupo intentará por todos los medios no ampliar su capital para afrontar estos pagos. Y es que iría en contra de lo que ha hecho en los últimos años. Aunque la compañía podría verse obligada a destinar un 95 por ciento de sus beneficios de 2012 a remunerar al accionista, recurrir a elevar su capital se dejaría como última baza. El grupo tiene suficientes reservas en las que apoyarse. Además, ayer mismo declaró que el impacto del ERE, "en la generación de caja de Telefónica es positivo desde el primer año, y permite a la compañía reiterar todos sus compromisos de remuneración al accionista", confirmaron en su comunicado a la CNMV.
Cada vez más adeptos
Esta opción no entra, por el momento, en los planes de Telefónica. Pero algunas de las grandes del selectivo español sí que han recurrido a ello. Santander Dividendo Elección, el Dividendo Opción de BBVA, Iberdrola Dividendo Flexible, ... Seguro que ha oído hablar de ellos. Son los programas de dividendo que dan la opción al accionista de recibir el pago en acciones.
El caso de Iberdrola es diferente al de la banca. Pese a las dos ampliaciones liberadas para pagar dividendos -de 231 millones de acciones en total- y otros aumentos de capital -como el de Qatar este año, de 339 millones de títulos-, su beneficio y su BPA han evolucionado de manera similar: el primero crece un 3 por ciento y el segundo un 1 por ciento, desde 2008.
Otras empresas han seguido la estela de las blue chips. Gas Natural se sumó a este tipo de dividendo en su última entrega y la aceptación alcanzó incluso el 93 por ciento. Para ello, la compañía elevó en 32 millones de títulos su capital en junio -lo que representa un 3,4 por ciento del actual-. Sin embargo, entre las grandes del parqué es la que sale peor parada en una comparación de la evolución del beneficio neto y del BPA.
La explicación está en la adquisición de Unión Fenosa. El grupo asumió, en marzo de 2009, una ampliación de 448 millones de acciones para hacer frente a la operación. Y este movimiento es el que distorsiona el BPA.
Ahora es CaixaBank quien ofrece, en su próximo pago de julio, la posibilidad de cobrarlo en efectivo o en títulos del nuevo banco. Para ello, el nuevo banco realizó a finales de junio una ampliación de capital liberada de 374 millones de acciones. Así, los derechos de suscripción gratuitos asociados al primero de los pagos opcionales ya están cotizando. CaixaBank ha establecido que el accionista también puede acogerse a esta modalidad en los pagos de septiembre de este año y de marzo de 2012.
Ventajas... ¿Para quién?
Con el pago del dividendo en acciones, las compañías matan dos pájaros de un tiro: entregan su retribución al mismo tiempo que aumentan el capital social gratuitamente. Y es que la compañía no tiene que inyectar más dinero para que sus fondos propios aumenten. Se trata simplemente de un movimiento en balance. En el caso particular de la banca logra mejorar su ratio de solvencia sin costes, algo esencial para cumplir con los nuevos requisitos de capital de Basilea III.
Aunque en el corto plazo es positivo... se puede confirmar otro de los dichos del refranero español. Pan para hoy, hambre para mañana. A la larga, más acciones significa que en la próxima entrega de dividendo habrá más títulos entre los que repartir el beneficio. Y si la empresa compromete un importe, deberá destinar más ganancias a ello. Si el accionista lo mira desde este mismo punto de vista, acogerse al pago en acciones equivaldrá a que en el futuro recibirá más efectivo, sólo por el hecho de tener más títulos.
Y, ¿hay alguna forma de que el accionista no salga perjudicado en ningún caso? Sí, si la entrega de acciones se hace con autocartera. El inversor no sólo no sufre un efecto dilutivo, sino que aquel que elija recibir el dividendo en acciones y no en efectivo aumenta su participación. Pero, sin duda, una de las ventajas que tiene para el inversor acogerse al pago en acciones es que no tributa por ello, mientras que el cobro en efectivo sí que supone una retención del 19 ó 21 por ciento.