
El histórico repunte de la prima de riesgo española, que esta semana se ha situado por encima de los 300 puntos básicos por vez primera desde que existe el euro, ha dejado una profunda huella en el mercado bursátil. El Ibex 35 entrega los 9.500 puntos tras haber acumulado un descenso del 4,57% en el conjunto de las cinco últimas jornadas.
Ahora sí que sí. España -por desgracia- esté en el ojo del huracán de la crisis de la deuda soberana europea. Aunque siempre ha figurado en el bando de los sospechosos, desde el estallido definitivo de los problemas durante la primavera de 2010, nuestro país siempre había logrado dar algún golpe de mano que marcara distancias con las naciones más señaladas: Grecia, Irlanda y Portugal.
Esas maniobras, articuladas mediante el anuncio de distintas reformas, habían permitido que la rentabilidad de los bonos españoles a 10 años se mantuviera por debajo del 6 por ciento y que la prima de riesgo, medida por la diferencia entre el rendimiento de los títulos españoles y alemanes a 10 años, nunca superara los 300 puntos básicos -ó 3 puntos porcentuales-. Ambas marcas se consideran claves: por debajo, la situación permanece controlada; por encima, el país se adentra en un terreno más que peligroso.
Así había sido hasta esta semana. Pero todo ha cambiado en los últimos días. El rendimiento de los bonos despidió la semana en el 6,07 por ciento -el martes llegó hasta el 6,3 por ciento- y la prima de riesgo, en los 337,6 puntos básicos -ese mismo día se disparó hasta los 375-, guarismos desconocidos hasta la fecha por España desde la incorporación en la Europa del euro.
En esta peregrinación, la deuda española no ha caminado sola. Ha estado acompañada por la italiana. De un plumazo, la tercera y la cuarta economía de la eurozona han visto cómo su credibilidad ha sido puesta en entredicho. El bono transalpino a una década se ha disparado al 5,75 por ciento y su prima de riesgo, a los 306 puntos, cuando hace una semana se limitaba a 244.
Como trasfondo del castigo recibido por ambos países, las dudas sobre la sostenibilidad de sus finanzas públicas, sobre la necesidad de acometer más reformas y medidas de ajuste, sobre la capacidad de los gobiernos para llevarlas a cabo y sobre sus respectivos sectores financieros. Todo ello ha desencadenado una masiva venta de bonos, con el consiguiente repunte de los rendimientos, que suben cuando el precio de los títulos baja. En las cinco últimas sesiones, la rentabilidad de los títulos españoles a 10 años ha crecido en 39,6 puntos básicos, cifra que ha alcanzado los 48,6 puntos básicos en el caso de los bonos italianos.
Debilidad bancaria
Con el riesgo soberano por las nubes, la bolsa ha seguido por los suelos. El Ibex 35 ha sufrido un descenso semanal del 4,57 por ciento que le ha conducido hasta los 9.484,2 puntos. Dos datos adicionales certifican el tremendo bache en el que está sumido el índice español: ha cerrado en negativo nueve de las diez últimas sesiones y en este intervalo ha perdido 1.000 puntos o un 9,6 por ciento. El FTSE/Mib italiano ha sufrido una caída semanal del 3,1 por ciento, mientras que en Wall Street los retrocesos semanales se han movido en torno al 2 por ciento.
La banca ha sentido el zarpazo de la crisis periférica en primera persona, aunque sobre el sector también ha pesado otra incertidumbre, la procedente de los test de estrés, conocidos ayer al cierre de los mercados europeos. En este entorno, Bankinter ha cedido un 8,6 por ciento en la semana; Caixabank, un 7,7 por ciento; Sabadell, un 7,4 por ciento; Popular, un 5,2 por ciento; BBVA, un 4,3 por ciento; y Santander, un 4,1 por ciento.
Esta debilidad no ha sido exclusiva de las entidades españolas. También han sufrido los bancos franceses: Crédit Agricole ha caído un 10,5 por ciento; Société Générale, un 9,9 por ciento; y BNP Paribas, un 9,1 por ciento. Y los italianos, aunque en menor medida: Intesa Sanpaolo, un 4,3 por ciento y Unicredit ha bajado un 1,8 por ciento.
Con la crisis soberana amenazando el futuro del euro, la moneda única ha caído un 0,8 por ciento contra el billete verde, hasta los 1,414 dólares. Sobre ambas divisas también han influido los vaivenes del presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, que el miércoles abrió la puerta a la aplicación más estímulos monetarios en EEUU, con la consiguiente caída del dólar, y el jueves matizó que en estos momentos no contemplan activar más medidas de forma inmediata, algo que propició el rebote del billete verde.
En medio de la tormenta periférica y de las dudas de la Fed, el oro ha vuelto a mostrar su credencial de activo refugio. La onza ha llegado esta semana hasta los 1.594,4 dólares, la cotización más alta de la historia.