El euro es un testigo de excepción. En última instancia, es su futuro el que está en juego; su destino va ligado al de Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia... Y bien que lo notó ayer en su cruce contra el resto de las principales divisas del mundo.
Sufrió un castigo contundente, como no podía ser de otra forma. El parte de daños fue el siguiente. La moneda única se depreció un 1,7 por ciento contra el billete verde, hasta los 1,402 dólares, aunque llegó a perder provisionalmente la barrera de los 1,40 dólares -el mínimo diario fue de 1,3987-, algo que no pasaba desde finales de mayo, en la sesión de este martes recupera hasta los 1,403 dólares. Desde que la agencia de calificación Moody's recortó el rating de Portugal el pasado martes, la divisa europea ha cedido un 3 por ciento contra la estadounidense, aunque en lo que va de año aún presenta una subida del 4,7 por ciento contra la moneda norteamericana.
Todavía mayor fue su retroceso contra el yen japonés, frente al que cayó un 2,3 por ciento, hasta los 112,4 yenes, su cambio más bajo desde mediados de marzo; es decir, desde la jornadas posteriores al terremoto de Fukushima, y este amrtes sigue su tónica a la baja al descender su tipo de cambio hasta los 114,49. En las dos últimas sesiones, el euro ha retrocedido un 3,7 por ciento contra la moneda nipona.
Aunque el descenso con más simbolismo fue el que sufrió contra el franco suizo, que ayer mostró una vez más sus galones de activo refugio. El euro cayó un 1,8 por ciento, hasta los 1,172 francos, aunque en el tramo más duro de la jornada se depreció hasta los 1,167, el cambio más bajo de su historia contra la divisa helvética, y que este martes vuelve a renovar al ceder la moneda común frente a la divisa suiza un 0,74%.
El oro, en máximos en euros
Como casi siempre, el franco suizo no fue el único refugio que buscaron los inversores. A su lado estuvo el oro, compañero habitual de escalada cuando las cosas se tuercen en los mercados. La onza de oro se revalorizó un 0,5 por ciento, hasta los 1.551 dólares. Ayer, además, se dio una circunstancia. Traduciendo el precio del oro a euros, el metal precioso alcanzó el precio más alto de su historia: 1.104,5 euros. Por el contrario, el petróleo sí fue presa de la desconfianza imperante en los activos con riesgo. El barril Brent, de referencia en Europa, cayó un 1,1 por ciento, hasta los 117 dólares.