
En la última mitad de siglo la evolución del PIB real español y el IGBM han mostrado una correlación de casi un 90%, porcentaje que sólo se ha roto en épocas de crisis económica.
Son dos mundos muy distintos entre sí, pero están más relacionados de lo que parece. Se trata de la economía financiera y la economía real. En la primera el leit motiv es la especulación, entendiendo como tal la obtención de beneficios vendiendo activos financieros a un precio mayor del que se compraron inicialmente. Mientras que en la segunda su motor se sustenta en la producción, es decir, la transformación de una serie de recursos en unos bienes o servicios cuyo valor añadido al final sea mayor que al inicio del proceso. El nexo entre las dos es que la primera permite la canalización del ahorro en inversión que suponga en ejercicios futuros una producción mayor y más eficiente de forma que por esta vía podemos identificar correlación entre ambas.
En lo que se refiere a España, si observamos el periodo comprendido entre 1960 y 2010, tomando por un lado los datos del PIB a precios constantes de 2000 y, por otro, los datos del Índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM) al cierre de la última sesión de cada año, la correlación que manifiestan el crecimiento económico y el mercado Bursátil es de un 90 por ciento. Lo que pone de manifiesto que el movimiento de una de estas variables puede verse explicado en buena medida por el movimiento de la otra, y además, su evolución guarda una relación directa, aunque en el caso de la bolsa sea a modo de termómetro adelantado. Sin embargo, si desglosamos los datos que tenemos, el grado de influencia que tienen estas dos magnitudes no permanece constante a lo largo del tiempo. De hecho en función de la fase del ciclo económico en la que nos encontremos, esta relación tiene variaciones significativas. Así, en estas cinco ultimas décadas podemos identificar seis etapas.
La primera fase la podemos establecer desde 1960 hasta 1973 que coincide con la época del desarrollo, en el que la economía española entró en una fase de dinamización que supuso el primer Plan de Desarrollo, por las expectativas generadas, y la favorable coyuntura internacional permitieron que la economía española entrara en una senda de crecimiento sostenido. Por su parte, la bolsa española también vivió un buen periodo ya que la economía financiera seguía viviendo su época dorada, que inició en 1945. Las estrategias bursátiles se centraron en optimizar la inversión ayudándose de cálculos matemáticos y procedimientos estadísticos. Además, en esa etapa surgen grandes bancos y operadores como los precursores de Citibank y Morgan Stanley. Como consecuencia de esto, la correlación que se manifestó en esa etapa fue superior a un 94 por ciento.
A partir de 1974 se aguó la fiesta. Es la época de la crisis del petróleo de la que España no saldrá hasta finales de 1982. El encarecimiento de los precios del crudo, ligado a la fuerte dependencia energética de nuestra economía y a ciertos errores en política económica, sumieron al PIB en un fuerte estancamiento.
La bolsa española aguantó mejor el envite prosiguiendo en su tendencia alcista. En esta fase se dio una vuelta de tuerca a las estrategias de inversión usando cálculos estadísticos que han permitido obtener la mayor rentabilidad ante el menor riesgo. En esta etapa la correlación entre el PIB y el IGBM continuó siendo elevada, aunque reflejó que la tendencia entre una variable y otra fueron en sentido opuesto, ésta correlación es de un -93,67 por ciento.
El siguiente periodo que se conoce como "la recuperación de los ochenta", lo podemos ubicar en el intervalo que va desde 1983 hasta 1989. Donde a partir de 1982 la economía española entró en una fase de recuperación. La salida de la crisis se vio propiciada por la recuperación económica a nivel internacional y por la integración de España en la UE. Las tasas de crecimiento fueron especialmente elevadas a partir de 1985, sin ir mas lejos en el periodo 1986-1987 el PIB creció un 5,5 por ciento, el mayor incrementos de nuestra economía en las ultimas tres décadas, pero en 1989 ésta tocó techo. En este lapso, el IGBM se configuró como un mercado continuo estableciendo como base 100 su valor al cierre del 31 de diciembre de 1985 y empieza actuar como un barómetro adelantado ante la economía real. En estos años, la correlación entre el selectivo y el PIB superó el 95 por ciento, ambas variables parecen ir de la mano y experimentan crecimientos significativos, si bien en términos porcentuales el incremento del índice bursátil fue mucho mayor.
El cuarto periplo comprende desde 1990 a 1993, la crisis de los 90. Una etapa en la que la economía española siguiendo la tónica internacional entró en una fase recesiva y de estancamiento, en la que el crecimiento del PIB de forma interanual fue inferior al 2 por ciento, insuficiente para evitar que la tasa de desempleo se disparara hasta tener un máximo en 1993 y principios de 1994 de más del 24 por ciento. La correlación en este lapso entre el Producto Interior Bruto y el IGBM fue de apenas un 18 por ciento. Frente a la economía real, el selectivo siguió con su dinámica de fuerte crecimiento ya que como sucede en el resto de indices bursátiles se benefician de que los agentes empiezan a buscar nuevos esquemas que tratan de buscar la creación de valor a partir de las inversiones.
La cuarta etapa es la que se conoce como el "boom de la nueva economía". En esta fase, se consolidó el fenómeno de la globalización, se cambió el patrón de crecimiento basado en el uso intensivo de capital físico por el capital humano y las tecnologías de la información y la comunicación adquierieron un papel relevante. La economía española no es ajena y durante el periodo de 1994 hasta 2007 se embarcó en una ola de crecimiento. En esta etapa, la correlación volvió a ser elevada en este periodo siendo de un 88 por ciento, durante esta etapa hubo una mayor vinculación entre la economía financiera y real al privatizar el estado numerosas empresas a través de ofertas públicas de venta.
Finalmente la crisis financiera internacional se dejó sentir especialmente en España en 2008, prolongándose sus efectos hasta hoy. España se ha visto especialmente afectada por su modelo de crecimiento excesivamente dependiente del consumo, construcción y servicios. En esta etapa, la evolución del PIB y del IGBM ha sido radicalmente distinta. La correlación en esta fase ha sido negativa y débil. Del menos 3,76 por ciento.
La conclusión final es que la aparente fuerte dependencia entre economía real y financiera en estas cinco décadas se debe a haber periodos más largos de bonanza y crecimiento que de estancamiento.