
Si en los 80, Ivan Boesky utilizaba el lobby del Hotel Plaza en Manhattan para arañar secretos bursátiles a cambio de efectivo, Raj Rajaratnam, fundador de Galleon Group, convirtió un Starbucks en Park Avenue y su teléfono en aliados para rascar 63,8 millones de dólares extra usando información privilegiada de compañías como Goldman Sachs, Akamai, Google o eBay
Esta retahíla de conversaciones telefónicas grabadas por el FBI y usadas como prueba en el caso contra el multimillonario inversor -que fue calificado como "el master de los contactos" por Robert Khuzumi, director de la comisión del mercado de valores de EEUU- fueron claves para sentenciar a Rajaratnam, de 53 años, culpable de 5 cargos de conspiración y 9 de fraude, que podría penalizarse con más de 20 años de cárcel.
Muchos se preguntarán cómo este hombre, original de Sri Lanka y con una fortuna que le ha colocado en varias ocasiones en la lista Forbes de los 400 multimillonarios más importantes del país, arriesgó la reputación de su hedge fund, con más de 7.000 millones de dólares en activos e íntimamente ligado a vacas sagradas de la industria financiera como Morgan Stanley y Goldman Sachs, por hacerse con unos beneficios que podrían considerarse una minucia.
Dudas a un lado, el veredicto final de los doce miembros del jurado encargados de seguir el caso desde el pasado 8 de marzo en los juzgados del sur de Manhattan fue fulminante, al considerar a Rajaratnam culpable de todos los casos que pesaban sobre él. Tras la decisión de ayer, Rajaratnam entra a formar parte del club que también ocupan Bernard Ebbers y Jeffrey Skilling, entre otros, por los sonados fraudes cometidos a bordo de WorldCom y Enron respectivamente.
"El mensaje de hoy es claro, hay reglas y leyes y se aplican a todo el mundo, independientemente de cuánto dinero tengan", aseguró Preet Bharara, uno de los fiscales del caso al término del juicio. Por su parte, John Dowd, abogado de Rajaratnam, aseguró escoltado por su cliente, quien permaneción inmutable durante la lectura del veredicto final, que apelarán la decisión. De momento, el inculpado permanecerá en libertad bajo fianza tras pagar el día de su detención formal en 2009 un total de 100 millones de dólares, aunque contará con un brazalete electrónico para evitar el riesgo de fuga. La sentencia final sobre los años de cárcel que pesarán sobre él se dará a conocer el próximo 29 de julio.
Al fin y al cabo, el equipo legal de Rajaratnam versó su defensa al alegar que el directivo de Galleon basó su estrategia de inversión en un "mosaico" de información pública, no privilegiada, publicada en los medios de comunicación. Sin embargo, por primera vez en la historia de un caso de insider trading, la fiscalía y el gobierno de EEUU echaron mano de las escuchas telefónicas, con un total de 45 grabaciones, que demostraron las malas artes de Rajaratnam y otras 19 personas, que también se declararon culpables en uno de los mayores casos de tráfico de información confidencial de las últimas décadas.
Al contrario que otros truhanes bursátiles como Bernard Madoff, el fundador de Galleon Group -detenido el 16 de octubre de 2009- ha mantenido su inocencia durante todo el proceso judicial, aunque las malas lenguas afirman que Rajaratnam pagó 200.000 dólares a su testigo Gregg Jarrell para demostrar que sus inversiones se habían hecho con conocimiento de información pública, no chivatazos ilegales. Aún así, el caso contó con momentos clave donde fue evidente que el inculpado no actuó de buena fe.
Uno de ellos fue su estrecha relación con Rajat Gupta, ex miembro del consejo de administración de Goldman Sachs; tras una reunión del banco llamó inmediatamente a su amigo para informarle, allá por 2008, que Warren Buffett inyectaría 5.000 millones de dólares en la entidad para lidiar con la crisis de crédito. Este hecho, y otra conversación telefónica donde se pudo escuchar al directivo de Galleon Group afirmar a uno de sus empleados "haber escuchado de un miembro del consejo de Goldman que el banco registraría una pérdida trimestral de dos dólares por título", sentaron como testigo en el banquillo de la fiscalía de EEUU a Lloyd Blankfein, consejero delegado de Goldman.
En un principio, la defensa de Rajaratnam pensó que el juez no admitiría las miles de escuchas telefónicas como prueba del caso, puesto que este tipo de tácticas se sitúan en un limbo legal cuando se refiere a casos de insider trading y sólo se usan para echar el lazo a mafiosos o redes de narcotráfico. Durante los once días que llevó al jurado tomar una decisión, los miembros del mismo pidieron escuchar las distintas grabaciones. Una de ellas recogía una conversación entre Rajaratnam y Rajiv Goel, un ex ejecutivo de Intel, y el testigo estrella de la fiscalía de EEUU contra el capitán de Galleon Group. La escucha ponía de manifiesto que ambos hablaban sobre una inversión que Intel hizo en una compañía de wireless formada por Clearwire y Sprint Nextel, así como la compra de PeopleSupport por Essar Group, una empresa india.
El caso de Rajaratnam supone un gran logro para el gobierno de EEUU a la hora de poner fin a un mal que muchos afirman afecta a Wall Street desde hace mucho tiempo. Sin embargo, expertos como James Cox, experto criminal de la Universidad de Duke, dejaron claro a varios medios estadounidenses, que casos como el del fundador de Galleon Group o el de Bernard Madoff "no han tenido nada que ver con la crisis financiera".