Bolsa, mercados y cotizaciones

El rigor de Fráncfort evita que Berlín arda, pero congela a Madrid y Lisboa

El Banco Central Europeo (BCE) suministró ayer vitaminas al fantasma de que la Península Ibérica recaiga en la recesión y se acerque a la necesidad de ser rescatada por la UE y por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al tiempo que desinflaba la posibilidad de que la inflación se dispare en la economía de Alemania, el motor de la recuperación del Viejo Continente. Lo que para un alemán es una temperatura ideal para evitar un golpe de calor, a un español o a un luso amenaza con dejarlos tiritando.

Queda una vez más demostrado que los Gobiernos de los 17 países de la zona euro no han logrado, como habría sido deseable y habría facilitado la tarea al BCE, coordinar de forma suficiente sus políticas económicas ni sincronizar sus ciclos. Hace un lustro, los tipos bajos de interés con los que el BCE intentaba reanimar a la economía alemana espolearon en exceso a España e Irlanda, víctimas ahora de sendas burbujas inmobiliarias.

Y ahora la subida de tipos para que Alemania no se recaliente puede abortar la incipiente recuperación de España, donde ni siquiera se puede hablar aún de crecimiento, más bien sólo de estancamiento. Bruselas prevé desde esta semana que la economía española crezca un escaso 0,8 por ciento este año, una décima más de lo que calculaba a finales de noviembre.

Financiarse, más caro y difícil

El golpe de la subida de tipos sobre la moral de empresas y hogares cuestiona esta revisión al alza de la previsión. Máxime al ser un país que aún necesita al menos de un lustro para aliviar el endeudamiento excesivo de su sector privado y del público, cuya financiación se encarece y cuyo problema de restricción en el acceso al crédito aún no se han solucionado.

Ante la previsible nueva contracción de la débil demanda interna por el encarecimiento del precio del dinero dictado por el BCE -que se suma a los diferenciales y primas de riesgo que los mercados imponen a todo cuanto es español-, se confirma que todas las esperanzas están en la exportación.

El caso de Portugal es aún más grave. Los recortes del gasto público emprendidos el año pasado para escapar al fantasma de la bancarrota del Estado se tradujeron ya en el último trimestre del año pasado en una contracción del Producto Interior Bruto (PIB) luso del 0,3 por ciento, cifra ayer confirmada por Eurostat. Bruselas prevé que su deuda pública se eleve hasta el 92,4 por ciento en 2012.

Otros Estados que pueden sufrir por el incremento del precio del dinero son las rescatadas Grecia e Irlanda. Bruselas prevé que la deuda pública de la República Helénica llegue al 156 por ciento de su PIB en 2012 y la del antaño tigre celta al 114,3 por ciento. Según las cifras de Eurostat, Grecia sumó cuatro trimestres de crecimiento negativo el año pasado. De Irlanda aún no se conoce el cuarto trimestre, sólo que comenzó 2010 con un crecimiento en el primer trimestre del 2,1 por ciento, tuvo una contracción del 1 por ciento en el segundo, y un alza del 0,5 por ciento en el tercero. La deuda pública belga volverá a superar el 100 por ciento del PIB este año, siempre según el Ejecutivo comunitario. Y la italiana llegará al 120,2 por ciento en 2011.

Alemania, por el contrario, aunque ha perdido fuelle con respecto al crecimiento del 2,2 por ciento registrado en el segundo trimestre de 2010, este año crecerá un notable 2,4 por ciento anual. Su inflación, que este año podría llegar al 2,2 por ciento según Bruselas, se verá aliviada por la subida de tipos. De hecho, la presión inflacionista es mayor en España, que podría registrar este año una subida de precios del 2,4 por ciento pese a su escaso de crecimiento. La subida de tipos le dolerá a Alemania por la vertiente de su deuda que, entre 2010 y 2012, se sitúa nada menos que entre el 75 y el 76 por ciento de su PIB.

Las previsiones económicas presentadas este martes por la Comisión Europea le pusieron en bandeja al BCE que ayer abriera la puerta a una inminente subida de tipos de interés. Bruselas auguró que los 17 países de la zona euro crecerán este año, de media, un 1,6 por ciento; un pronóstico más optimista que el 1,5 calculado en noviembre de 2010. También auguró que la inflación de este año sería un 2,2 por ciento; más del 1,8 previsto hace tres meses. El crecimiento económico se consolida y se puede permitir una subida de tipos, y la inflación se dispara y la exige.

Es más, Bruselas descartó que la subida de los precios del petróleo provoque una recaída continental en la recesión. Y alertó de sus efectos sobre una posible escalada en los precios. Y eso que su cálculo es que el barril de crudo se sitúe este año en unos 102 dólares, cifra que estos días está ampliamente superada por las revoluciones en el norte de África y Oriente Próximo.

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