
Hasta hace un par de años navegaban en un mar de incertidumbres. Alguna de ellas incluso se hundió. Otras se salvaron gracias al providencial salvavidas que les lanzó el Gobierno. Las que consiguieron permanecer a flote nadan hoy entre las aguas cada vez más fuertes e impetuosas de los beneficios. Ricas, poderosas y sin prejuicios, los valores chinos son la auténtica nueva fuerza de la economía y de las finanzas del país.
La bolsa roja tritura un récord tras otro. Los volúmenes de las transacciones diarias siguen aumentando sin cesar. Y no hay semana en la que las bolsas de Shanghai o de Shenzhen no acojan una nueva OPV (oferta pública de venta).
Continua fiebre alcista
La China actual recuerda en muchos aspectos al Japón de los mágicos años 80 y Shanghai es igual que Tokio, pero 20 años después. Hoy, como entonces, 2.000 kilómetros hacia el sudeste, hay agentes de cambio importantes, que detentan el absoluto monopolio de los intercambios en una bolsa víctima de una continua fiebre alcista, sin casi precedentes en la Historia.
También se están convirtiendo en superpotencias en el seno de unas finanzas jóvenes e inexpertas, que no cuentan todavía con demasiados puntos de referencia.
Son en total un centenar, totalmente controladas por el Estado, independientes de los bancos y titulares del control de todas las transacciones financieras del país. Son nombres que todavía dicen poco fuera de las fronteras de China.
Guotai Securities, Galaxy Securities, Citic Securities son las tres mayores y se reparten equitativamente el 20 por ciento del mercado. Una decena de ellas han sido autorizadas recientemente para desempeñar también actividades de dirección de activos así como otras operaciones de financiación estructurada.
Boom de las compraventas
En el primer semestre de 2007, las transacciones de acciones, fondos y autorización en el mercado chino crecieron seis veces respecto al año anterior, alcanzando la cuota de los 2.574 millones de euros. El boom de las compraventas hizo explotar el negocio de las empresas de corretaje generado por las comisiones de la bolsa, que se triplicó hasta alcanzar los 6.500 millones de euros. Según diversas estimaciones, de aquí a finales de año, los beneficios de los valores chinos superarán los 18.000 millones de euros, es decir, cuatro veces más respecto a 2006.
Algo increíble, si se tiene en cuenta que hace sólo un par de primaveras el sector estaba sumido en una profunda crisis. Archivada desastrosamente en 2001, la breve época de vacas gordas de la bolsa roja, las acciones chinas se encontraron pronto con grandes dificultades: gestión alegre y despreocupada, corrupción y abuso de información.
Intervenciones del Gobierno
Las autoridades de control de Pekín decidieron meter la nariz en los negocios de los brokers, y descubrieron la existencia de un enorme y espantoso cenagal en 2004. Para evitar lo peor, el Gobierno intervino enérgicamente. Hizo limpieza de inmediato entre los directivos y constituyó un fondo de garantía obligatorio para los valores.
Además, recapitalizó las empresas e impuso el cierre a las que presentaban balances en números rojos. En los últimos tres años, cerraron una veintena de empresas de intermediación.
Entre ellas, nombres excelentes, como China Southerns Securities, China Eagle Securities y Guanding Securities. Sólo una consiguió salvarse: la Haitong Securities, quinta empresa de corretaje del país y también la que estaba en peores condiciones. Sin embargo, se libró de la quiebra por medio de una maxi inyección de liquidez pública para evitar la inestabilidad y las turbulencias de un mercado ya en estado de shock por la explosión de la burbuja especulativa de 2001.
Probablemente, la operación de salvamento de los valores estaría todavía en marcha, si no se hubiese producido el milagro bursátil de 2006-2007.
Un milagro que, por arte de magia, curó a los brokers del Celeste Imperio con la fuerza del dinero contante y sonante, que ha vuelto a circular más copioso que nunca por las venas financieras del sistema chino.
La llegada de las extranjeras
El retorno a los beneficios de las reinas de la bolsa roja ha vuelto a encender las expectativas de los grandes bancos internacionales que, desde hace años, intentan poner un pie en el negocio del corretaje. El año pasado, para evitar que la entrada de las extranjeras pusiese en peligro a las empresas domésticas, el Gobierno declaró una moratoria a las adquisiciones de los inversores extranjeros, a la espera de preparar una nueva ley, para ir abriendo el sector a la competencia internacional.
Gracias también a las presiones del Secretario del Tesoro americano, Henry Paulson, que pidió a Pekín un recorte de plazos en este tema, la ley podría ver la luz antes de finales de año.
Según las indiscreciones del mercado, la nueva normativa debería permitir a un número restringido de inversores extranjeros adquirir una participación máxima del 20 por ciento en los valores ya existentes, y del 33 por ciento en las empresas de corretaje de nueva constitución, a través de una empresa conjunta con un socio chino.
La primera en entrar en el sector debería ser Morgan Stanley. El banco de EEUU estaría tratando desde hace tiempo con Pekín (en China las adquisiciones se negocian con el poder político) para hacerse con una participación de Fortune Securities.