
La ya larga batalla entre los gigantes aeroespaciales Boeing y EADS por venderle nuevos aviones cisterna a la Fuerza Aérea de Estados Unidos podría extenderse aún más, aunque el Pentágono opte por una u otra compañía, dijeron expertos.
Desde la pasada década, el Pentágono quiere dotarse de una nueva flota de aviones reabastecimiento para reemplazar los viejos KC 135, que datan los años 50. Sin embargo, sus planes se estrellaron contra escándalos y litigios.
Ya fracasaron dos intentos de acuerdo, uno con Boeing y otro con EADS y su socio estadounidenses Northrop Grumman.
El Pentágono espera que la decisión sobre el negocio de 35.000 millones de dólares -esperada para febrero o marzo- permita resolver el tema para siempre. Sin embargo, no hay nada seguro y, dado los intereses en juego, "el fracaso es una opción", dijo Richard Aboulafia, analista de Defensa de Teal Group. "Nada pudo ser hecho porque es el contrato de defensa más partidista de la historia", declaró a la AFP. "Boeing y EADS se aliaron con políticos que no van a dejar que el tema descanse", añadió.
Boeing, que tiene su sede en Chicago, ofrece una versión militar del avión 767 y puede contar con el apoyo de los demócratas. La compañía europea EADS tiene respaldo de republicanos; incluidos legisladores de Alabama, en donde la corporación planea instalar una planta para construir el avión cisterna que ofrece y que se basa en el A330.
El tema está "muy politizado", dijo Loren Thompson, del instituto Lexington, que recibe fondos de empresas del sector de defensa. Thompson dijo esperar que el Pentágono se decida en marzo, pero añadió que "mucha gente no quedará feliz con cualquiera sea la decisión que se tome".
Los últimos giros de la saga complicaron más la competencia entre las compañías y pueden dilatar las batallas legales y políticas.
En 2009, EADS, casa matriz de Airbus, consideró que la competencia no era limpia y dijo que se retiraría después de que su socio estadounidense Northtrop decidiera marginarse. París y Berlin se quejaron por competencia desleal ante Washington y finalmente el Pentágono le dio tiempo a EADS a presentar su propuesta en solitario.
En noviembre pasado, la Fuerza Aérea de Estados Unidos entregó análisis técnicos de las propuestas, pero se equivocó y le mandó a cada compañía los análisis de la otra, lo cual añadió dinamita a la contienda. "Quien no guste de lo que ha ocurrido, utilizará esa excusa de la entrega de datos como excusa para postergar las cosas para siempre", estimó Aboulafia.
Boeing no descartó presentar formalmente una queja por el episodio de los documentos.
La compañía perdedora puede apelar la decisión ante la oficina de responsabilidad del gobierno, el brazo investigativo del Congreso, que ya optó por Boeing en 2008, lo cual obligó al Pentágono a cancelar su decisión de asignar el negocio EADS y lanzar una nueva ronda de ofertas.
Si Boeing vuelve a perder, podría emprender un rumbo político y llevar su caso a la Casa Blanca y el Congreso, alegando que EADS puede ofrece precios mejores debido a que recibe subsidios gobiernos europeos, según Thompson.
Aún cuando el contrato sea asignado a una u otra corporación, el Congreso puede frenar la asignación de fondos. "Al final, será una decisión política" estimó Thompson.
Para evitar demorar más un programa que es vital para el poderío aéreo de Estados Unidos, Aboulafia y varios legisladores sugieren dividir el contrato entre ambas corporaciones, pero a esa opción se opone en Pentágono.