
Madrid, 18 ene (EFE).- La adjudicación a la fábrica de la Zona Franca de Barcelona de Nissan del nuevo pick-up, o camioneta ligera, para el mercado europeo es la demostración práctica de cómo un cambio de estrategia puede dar la vuelta a un resultado desfavorable en el último minuto.
Ese último minuto ha sido más que una metáfora, pues no hace siquiera dos semanas esta planta estaba descartada para producir el nuevo modelo al no aceptar los sindicatos las modificaciones de determinadas condiciones laborales, pactadas en un plan industrial de julio de 2009, que se antojaban lesivas, según la empresa, para la competitividad de la factoría barcelonesa.
La negativa sindical a la modificación de derechos laborales ya pactados, incluso con cesiones en el tamaño de la plantilla (1.500 trabajadores), provocó que el comité de inversiones de Nissan excluyese en diciembre a la fábrica catalana de cualquier opción a la adjudicación de dicho modelo
La primera semana de enero fue clave. El Ministerio de Industria convocó a la representación laboral a una revisión de las propuestas del fabricante para intentar recuperar las opciones perdidas.
En una semana de contactos -nunca se quiso calificar estos encuentros de negociaciones- a contrarreloj, el departamento de Industria, encabezado por el director general, Jesús Candil, y la supervisión de la secretaria general, Teresa Santero, convocó a los sindicatos más representativos en Nissan -CCOO, UGT y USOC- para tratar de dar vuelta a la tortilla.
CCOO, el sindicato de mayor representatividad pero sin mayoría suficiente en la factoría de Nissan en la Zona Franca, se mantuvo en su postulado de no cambiar unas condiciones ya pactadas, por lo que, según sus propios dirigentes, fue "invitada" a abandonar estos contactos.
USOC y UGT se avinieron a una flexibilidad que permitiera volver a optar a una adjudicación que traería como beneficios más visibles unas inversiones de 80 millones de euros, la posibilidad de un leve incremento de la plantilla de 3.200 trabajadores y capacidad de producción garantizada por un periodo de diez años, plazo que se antoja una eternidad al ritmo en el que se mueve en la actualidad el tejido productivo de la industria del automóvil.
Los sindicatos firmantes aceptaron contenciones salariales en los próximos años, incrementos de productividad, incluidos sábados laborales sin cobrar, y controles estrictos del absentismo laboral, una de las lacras más denunciadas últimamente desde la atalaya empresarial.
El pacto con el Ministerio de Industria se llevó a referéndum y el pragmatismo, es decir, conservar por encima de todo la capacidad productiva de las plantas, se impuso claramente (70 % de votos de apoyo a las nuevas medidas) sobre el idealismo de las conquistas sociales, que se empiezan a batir en retirada.
Lo ocurrido es una nueva demostración de que cada nueva adjudicación de producción automovilística va a tener contrapartidas en forma de cesiones de derechos laborales a fin de no perder capacidad frente a la amenaza de las llamadas economías emergentes.
Un ejemplo reciente ha sido el de la planta de Fiat en la localidad italiana de Mirafiori, donde los sindicatos abdicaron de sus postulados iniciales para que la producción de modelos de Alfa Romeo y la recién adquirida Chrysler se monten allí y no emigren a Serbia, cuyos costes son mucho más relajados.
Estos últimos minutos de borrón y cuenta nueva en concesiones laborales avaladas por convenio previo ya son estrategia común entre las multinacionales fabricantes de automóviles al adjudicar nuevas producciones.
Sucedió hace poco con Ford en Almusafes, que exigió nuevas concesiones en materia de flexibilidad para llevar a la planta valenciana el C-Max y el Grand C-Max.
Y tampoco está tan lejos el ejemplo de Renault en Valladolid, donde hubo fuertes concesiones sindicales en forma de retroceso de conquistas sociales para que la planta castellana recibiese un nuevo modelo, sucesor del Modus, y el eléctrico Twizzy.
Ahora, los ojos están puestos en Vitoria, sede de la planta de Mercedes-Benz, que opta a recibir la producción de la nueva generación del furgón Vito.
En la industria del automóvil el último minuto se está haciendo muy largo.
Ángel Alonso
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