La primera emisión de deuda española en 2011 tuvo de todo. Bueno y malo. Lo más positivo, la cantidad captada por el Tesoro Público para las arcas estatales, la elevada demanda y el interés abonado, inferior al previsto. Entre lo negativo, que aunque los títulos no salieron tan caros como se temía, eso no impidió un sustancial encarecimiento con respecto a la última colocación de 2010.
En efecto, la subasta inaugural del año, de bonos a cinco años, propició que España recaudara 2.999,8 millones de euros, el máximo perseguido, puesto que el Tesoro se había propuesto conseguir entre 2.000 y 3.000 millones. Pudo apurar esa horquilla gracias a la demanda, que ascendió a 6.307,9 millones de euros, la más alta obtenida en una subasta de títulos a cinco años desde marzo. Esta cantidad superó en 2,1 veces la deuda sacada al mercado, una proporción superior a la registrada en el último precedente, que tuvo lugar en noviembre de 2010. Entonces, la tasa de cobertura se situó en 1,6 veces.
Cuestión de precio
Hasta ahí, todo perfecto. Los matices, sin embargo, llegaron con el interés exigido por los inversores para adquirir los títulos. Los bonos salieron con una rentabilidad media del 4,54 por ciento, por debajo incluso del que se observaba en el momento de la emisión en el mercado secundario, que se encontraba en el 4,6 por ciento. Ese rendimiento supuso que el coste de la emisión creciera un 27,2 por ciento con respecto a noviembre, una proporción inferior a la que se temía. Desde ese precedente, el interés de los bonos a cinco años en el mercado secundario, que es donde cotizan los títulos después de ser subastados, se había disparado un 40 por ciento. Si en la emisión se hubieran encarecido en esa proporción, se hubieran adjudicado a un interés próximo al 5 por ciento. De hecho, la rentabilidad de los títulos superó el 4,9 por ciento en el secundario en la jornada del lunes.
Sin embargo, la distensión de los últimos días, propiciada por el buen resultado de las emisiones de Grecia y Portugal y la oleada de compras de deuda periférica por parte del Banco Central Europeo (BCE), allanó el camino a la colocación y contuvo los intereses. También ha relajado la prima de riesgo, medida por el diferencial entre los bonos españoles y alemanes a 10 años, que ha pasado de los 276 a los 230 puntos básicos desde el martes.
Ahora bien, esta realidad no oculta que el coste se disparó más de un 25 por ciento en dos meses, encarecimiento que asciende al 60 por ciento con respecto a la subasta de enero de 2010. Además, el 4,54 por ciento al que se emitieron representa el rendimiento más alto pagado en una subasta desde julio de 2008. Entonces, se adjudicaron al 4,86 por ciento, pero en ese momento los tipos de interés, que siempre son una referencia para el endeudamiento, estaban en el 4,25 por ciento; ahora se encuentran en el 1 por ciento.