
La combinación de crecimiento económico, inflación al alza y dólar a la baja tiene en materias primas a sus claros caballos ganadores. Conozca las opciones para invertir en ellos.
Comprar activos cuando éstos están cotizando en máximos históricos no suele ser una buena opción. Sin embargo, siempre hay excepciones y, en el universo de la inversión, esa excepción la protagonizan algunas materias primas. Sólo este año el oro acumula ganancias del 26 por ciento; la plata, del 68 por ciento; el petróleo, un 8 por ciento y el trigo y el maíz se han revalorizado más del 26 por ciento, respectivamente. Ante semejantes apreciaciones y sobre todo teniendo en cuenta que muchas de estas materias primas han marcado máximos históricos, el inversor podría pensar que la opción más racional es deshacer posiciones y recoger beneficios en estos activos.
Ésa es, al fin y al cabo, la mejor fórmula para ganar dinero. Pero la expectativa de inflación dice todo lo contrario. La semana pasada Alemania ha publicado su dato de IPC más alto de lo últimos dos años, el de China ha superado el 5% y EEUU presentará el suyo el miércoles y, si la Fed ha conseguido lo que quería con la aprobación de su segundo plan de medidas cuantitativas (QE2), su inflación continuará creciendo.
La perspectiva de aumento del coste de la vida que incluso ya descuenta los bonos de los países considerados más seguros -esta misma semana la rentabilidad del bund alemán ha superado el 3 por ciento y la del bono americano ha registrado máximos de dos años- es sólo una de las variables que pueden impulsar aún más el precio de las materias. Pero hay más.
El crecimiento económico, sobre todo el de los países emergentes es otra de las razones. Si bien muchas economías están tomando medidas para frenar ese crecimiento vía subida de tipos con el objetivo de contener la inflación, lo cierto es que las previsiones siguen siendo de lo más positivas. Se espera que China crezca un 10 por ciento en 2010 e India ha crecido un 8 por ciento sólo en el primer semestre del año. "Creemos que los mercados emergentes continuarán liderando el crecimiento del resto del mundo gracias al aumento de la demanda de bienes de consumo y materias primas", afirma Mark Burguess, jefe de inversiones de Theadneedle.
Por último también se apunta que, de mantenerse la guerra de divisas, las materias primas serán las que salgan más beneficiadas. De hecho, desde que la Fed anunció su QE2, con el objetivo de impulsar su economía previo paso por una debilidad del dólar, el oro se ha revalorizado un 2,48 por ciento. "Hay cinco razones por las que las medidas de la Fed impulsarán la demanda de materias primas, el precio o ambas. La primera es la debilidad del dólar con respecto a las divisas del G-10; la segunda, la apreciación de las divisas emergentes en su cruce con el dólar y la tercera, cuarta y quinta incluyen el aumento de capitales hacia las economías emergentes, el efecto riqueza que se producirá por el incremento del precio de los activos y la caída en los costes de refinanciación de hipotecas", afirman en Bank of America-Merrill Lynch.
Por todo ello son pocos los expertos que no incluyen a las materias primas en sus carteras recomendadas para el año que viene, convencidos de que el riesgo de deflación al que se han enfrentado las economías este año se traduzca en riesgo inflacionista para el año que viene - de hecho, la última encuesta de Merrill Lynch muestra que un 61% de los gestores cree que los precios subirán en EEUU en el próximo año en EEUU y un 59% cree lo mismo de Europa-. Pero, ¿puede el inversor compensar esa inflación invirtiendo en cualquier commoditie? "Creemos que los metales preciosos serán los más beneficiados al año que viene, seguidos de los industriales", defienden en ING Investment Management.
El oro, además, tiene a su favor, que no sólo se beneficia de una debilidad del dólar sino que también es considerado como activo refugio, por lo que suele subir cuando la incertidumbre se apodera del mercado- desde Theradneedle lo ven en 1800 dólares al año que viene-. Y parece que las dudas sobre la solvencia de la eurozona, si bien se han disipado en las últimas sesiones, no han dado aún sus últimos coletazos. También defienden la inversión en cobre, metal muy ligado a la economía y previsible ganador si la recuperación llega a buen puerto. Los analistas de Citi, por ejemplo, lo ven cotizando un 11 por ciento por encima de su valor actual en los próximos doce meses.
Más dudas presenta la plata. Su espectacular revalorización de más del 60 por ciento este año, y el hecho de que no sea aún visto como un activo refugio, lleva a muchos a considerar un escenario de normalización para el año que viene.
Una opción para cada inversor
Con todo, el inversor particular tiene a su disposición un sinfín de fondos para materializar su inversión en materias primas de cara al año que viene. Lo puede hacer de forma directa o de una manera más indirecta.
Para los que opten por la primera vía, en el mercado español se comercializan fondos que invierten en derivados de materias primas a través de índices. No invierten en el metal en sí sino en los futuros sobre ellos. Si se atiende a su comportamiento a largo plazo son productos como DB Platinium Commodity o DWS Invest Commodity Plus, ambos gestionados por Deutsche Bank, los que se quedan con los mejores rendimientos ya que en los últimos cinco años han premiado a sus partícipes con rentabilidades anualizadas del 12,40 y 0,89 por ciento.
Otra opción que ha cobrado protagonismo durante este año es invertir en ETF, que replican a una materia prima física comprando el metal. Los que adquieren oro son los grandes ganadores a largo plazo. Y fondos como Ishares Gold Trust y SPDR Gold Shares (gurús como George Soros y John Paulson invierten buena parte de su cartera en estos productos) son los que destacan en el ranking de rentabilidad. En 2010 rebotan un 39 y 37 por ciento, respectivamente, y en los últimos cinco años han dado ganancias anualizadas superiores al 18 por ciento. La fuerte demanda de este tipo de productos es también una de las razones que explica la fuerte apreciación que ha tenido el metal precioso.
Dos estrategias de éxito
"Para el año que viene se espera un repunte cíclico y se apuesta por los activos de riesgo como la bolsa y las materias primas", apunta Ricardo Sánchez Seco, de Gestiohna. Pues hay una inversión que combina ambos activos: los fondos que invierten en acciones de compañías mineras. Se benefician tanto de un repunte en el precio de las materias como de otro de los mercados de acciones y, además, cuenta a su favor con que es un sector que está protagonizando (y se espera que siga haciéndolo) buena parte de las fusiones y adquisiciones corporativas, con lo que ello supone para el precio de sus títulos. De momento, este año ya consiguen batir en rentabilidad a los productos que se centran sólo en las materias primas. Así, fondos como JPM Global Natural Resources o BGF World Mining rebotan más de un 36 por ciento en 2010.
También rentabilidades de dos dígitos son las que acumulan los productos que invierten en aquellos mercados de valores muy ligados al sector de los recursos naturales como por ejemplo Canadá, Australia o Noruega- de momento son los fondos australianos como Dexia Equities Australia y Parvest Equity Australia los que ofrecen las rentabilidades más atractivas a largo plazo-.
En estos casos combinan el rendimiento que obtienen del buen comportamiento bursátil de las compañías mineras que integran sus índices con el que reciben de la apreciación de sus divisas, el dólar australiano y el canadiense, que se benefician también del fuerte peso que tienen las materias primas, de las que son grandes exportadoras, en sus economías. Ambas monedas se aprecian este año tanto frente al euro como frente al dólar.
Quien quiera jugar esa carta de la divisa ha de saber que tiene a su disposición ETF que replican el comportamiento de un par de divisas (ver gráfico). Y si bien todas ellas se han apreciado en los últimos meses, no se descarta que sigan haciéndolo a corto plazo. Sobre todo en su cruce con el euro y el dólar, dos monedas a las que no les interesa frenar su recuperación ecónomica con una apreciación de sus divisas.