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Los bonos de EEUU y Alemania vierten más presión sobre Bernanke y Trichet

Estas expectativas se han reflejado en los rendimientos de los bonos estadounidenses y alemanes a 10 años, que alcanzaron los niveles más altos de los últimos meses. El de los treasuries norteamericanos llegó hasta el 3,31 por ciento, el más elevado desde junio, mientras que la rentabilidad de los bund germanos repuntó hasta el 3,01 por ciento, su máximo desde mayo.

El Banco Central Europeo (BCE) comunicó ayer que ha creado dos nuevos juegos educativos en Internet  para conocer mejor cómo funcionan la política monetaria y la economía. Uno de ellos recuerda que "nadie dijo que la tarea de un banco central fuera fácil". Pero hoy no ha hecho falta recurrir a la ficción o las recreaciones para comprender que los banqueros centrales lo tienen complicado. La realidad se basta y se sobra para demostrarlo. Sobre todo, la que transmite la deuda pública. Protagonista en 2010 por la crisis de la deuda periférica, también quiere llamar la atención por otro motivo: el anticipo de mayores presiones inflacionistas en el futuro.

Estas expectativas se han reflejado en los rendimientos de los bonos estadounidenses y alemanes a 10 años, que alcanzaron los niveles más altos de los últimos meses. El de los treasuries norteamericanos llegó hasta el 3,31 por ciento, el más elevado desde junio, mientras que la rentabilidad de los bund germanos repuntó hasta el 3,01 por ciento, su máximo desde mayo. Junto a la referencia temporal, la relevancia de estas magnitudes reside, precisamente, en que vierten más presión sobre el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, y el del BCE, Jean-Claude Trichet.

El 'QE2' se tambalea

Para el banquero central norteamericano, el repunte de los rendimientos representa una mala noticia porque anula uno de los principales efectos buscados con el QE2, la etiqueta con la que se conoce el programa de compras de deuda pública que activó a comienzos de noviembre y con el que pretende introducir 600.000 millones de dólares nuevos en la economía. Entre los principales objetivos de esta medida figuraba la de mantener bajos los intereses de la deuda a largo plazo, puesto que son una referencia clave para las financiaciones hipotecarias y empresariales en EEUU. Sin embargo, desde el anuncio del QE2, el rendimiento de los bonos ha escalado del 2,57 al 3,31 por ciento. En este sentido, lo que sí está consiguiendo la Fed es otra de sus metas, consistentes en espolear las expectativas de inflación para evitar la deflación, aunque ese impacto está siendo más rápido de lo deseado por Bernanke y provoca un peligro repunte de los rendimientos.

Dos Europas en una

En cuanto a Trichet, la Europa de las dos velocidades amenaza con crear un cisma que pondrá a prueba la pericia del BCE en los próximos meses. Mientras que una parte de la zona euro, la de los países periféricos, demanda una actuación más contundente de la institución monetaria para atajar las presiones que está sufriendo, otra, con Alemania al frente, comprueba cómo su motor económico vuelve a rugir hasta un punto que incluso requeriría una reversión de las medidas anticrisis activadas por Trichet.

La última prueba de este dilema tuvo lugar ayer, cuando el rendimiento del bund superó el 3 por ciento siete meses después, un dato que también anticipa el incremento de las expectativas inflacionistas en Alemania. Y que responde, además, a que el cuadro clínico de la economía germana va mejorando a marchas forzadas. Para este año se espera un crecimiento del 3,7 por ciento, el más intenso desde 1991, al tiempo que la tasa de desempleo se limita al 7,5 por ciento, la más reducida desde 1992 e inferior a la que tenía el país cuando comenzó la crisis en agosto de 2007. Entonces, el paro alcanzaba el 8,9 por ciento. En este contexto, la inflación repuntó en noviembre a una tasa interanual del 1,6 por ciento, el mayor ritmo desde octubre de 2008.

Si la evolución alcista de los precios persiste, Trichet se encontrará en 2011 con que el motor de la región necesitaría una subida de los tipos de interés, que permanecen en el 1 por ciento desde mayo de 2009, mientras otra parte de la eurozona aún precisaría una política monetaria expansiva.

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