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La caída de Portugal trae el contagio definitivo de la crisis de deuda a España

La situación de ambos países se asemeja a la vigente en Grecia e Irlanda antes de los rescates. La banca española concentra el 33% del riesgo conjunto que acumula el sector a la deuda lusa.

Las piezas siguen cayendo en la zona euro. Y el sonido del derrumbe cada vez se escucha con más nitidez en España. No es para menos, porque los problemas se están acercando a marchas forzadas. La crisis de la deuda soberana acecha ya las fronteras de Portugal, y eso representa un foco de preocupación mucho mayor para nuestro país que los anteriores rescates de Grecia e Irlanda. Los expertos lo tienen claro: si Portugal cae, España irá detrás.

El cordón umbilical que liga el destino luso al español consiste en la alta exposición que concentran los bancos españoles con respecto a la deuda portuguesa. Según los últimos datos proporcionados por el Banco Internacional de Pagos (BIS), la exposición de las entidades españolas a la deuda portuguesa se sitúa en 78.288 millones de euros, una cifra que convierte a España en el país más sometido a las dificultades lusas. No en vano, esa cifra equivale al 33% de la exposición total que tiene la banca mundial a la deuda portuguesa.

Que pase el siguiente

Los inversores son conscientes de esta vinculación, que arroja como consecuencia una novedad en la crisis soberana. A diferencia de los casos de Grecia e Irlanda, entre los que ha habido un lapso de tiempo y cuyos problemas divergen, el mercado empaqueta la situación de Portugal y España. Es decir, vincula los pasos de un país al del otro. Como, además, el rescate irlandés no ha servido para aplacar las tensiones, el terreno está sembrado para que la desconfianza continué haciendo de las suyas en ambos países.

"El plan de rescate de Irlanda no ha servido para tranquilizar a los mercados y lejos de ello se está especulando contra Portugal y España", constatan desde Banca March.

'Espejos' preocupantes

Por el momento, el veredicto de los mercados financieros, combinado con la experiencia acumulada en los respaldos a Grecia e Irlanda, ofrece un semblante inquietante. No en vano, la rentabilidad de la deuda de los países ibéricos se encuentra en los niveles a los que estaban los griegos e irlandeses aproximadamente medio año antes de sus respectivos rescates. El rendimiento de los bonos españoles a dos, cinco y diez años se sitúan en el 3,48, el 4,56 y el 5,17%, las mismas cifras que arrojaba Grecia a finales de 2009 e Irlanda entre abril y mayo de 2010.

En este sentido, si no se reconduce la situación, un mayor incremento de las rentabilidades dificultaría el acceso a nueva financiación y agravaría de forma definitiva la situación.

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