Maestros y profesores, bomberos, empleados ferroviarios, artistas, pilotos y médicos se unieron este miércoles en Portugal para protestar contra el plan de austeridad del gobierno socialista, en la mayor huelga general de la historia del país, según los sindicatos.
"Es la mayor huelga jamás realizada, más importante que la de 1988", año en que se convocó la última huelga general unitaria en Portugal, afirmó el secretario general de la central sindical UGT, Joao Proença, mientras su colega de la CGTP Manuel Carvalho da Silva hablaba de "más de tres millones de huelguistas". "En la gran mayoría de los casos, la movilización es incluso más fuerte que durante las huelgas sectoriales y no concierne sólo al sector público, sino también al privado", subrayó Proença.
El movimiento, convocado por esas dos centrales sindicales, unidas por primera vez en 22 años, provocó una parálisis casi total de los transportes públicos y todos los vuelos comerciales, tanto de salida como de llegada a Portugal, fueron anulados.
Esta huelga general era en protesta contra la política de austeridad impuesta por el gobierno para reducir los déficits públicos y tranquilizar a los mercados financieros.
Los sindicatos expresaron su satisfacción por la fuerte movilización del sector privado, mientras que la ministra del Trabajo, Helena André, la calificó de "muy reducida", estimando que la huelga afectó sobre todo a la administración pública y a los transportes. Según la ministra, el sector "más afectado" por el movimiento era el de los transportes, con una "tasa de adhesión del 5,9 al 95% según las empresas".
En Lisboa, la red del metro permaneció cerrada todo el día y sólo circulaba uno de cada cuatro autobuses. El transporte fluvial entre las dos orillas del Tajo estaba igualmente interrumpido y los ferrocarriles anunciaron la supresión del 75% de los trenes.
"No se registró ningún incidente. La gente comprende que no es una huelga para reclamar alzas salariales, es para defender los derechos de todos, los subsidios familiares", declaró a la AFP José Marques, conductor del metro en Lisboa desde hace 16 años.
La huelga tuvo lugar cuando el parlamento portugués se apresta a votar en forma definitiva el viernes un presupuesto de austeridad sin precedentes para recortar el déficit del 7,3% al 4,6% del PIB (Producto Interior Bruto). Este plan de ajuste incluye bajada de salarios, alza de impuestos y disminución de prestaciones sociales.
La huelga provocó fuertes perturbaciones en los sectores de la salud -en los hospitales sólo las urgencias eran atendidas- y la educación, con el 75% de los docentes en huelga, según su sindicato.
Bomberos, empleados de bancos, artistas, guardias de prisión, funcionarios de justicia se sumaron igualmente al movimiento, mientras que policías y gendarmes observaron una huelga de actas de infracciones.
Según los sindicatos, el movimiento fue "masivo" en varias de las empresas más importantes del país, con fábricas de automóviles paralizadas y cese de trabajo en la industria del calzado, papel y corcho. No obstante las asociaciones patronales de esos sectores hablaron de "perturbaciones residuales", anunciando tasas de huelguistas inferiores al 5% a nivel nacional.
Pero más allá de la amplitud de la huelga de este miércoles, la ministra André reafirmó que el margen de maniobra del gobierno era "prácticamente nulo", en momentos en que Portugal se encuentra en la mira de los mercados tras los rescates de Grecia e Irlanda.
Su aplicación daría lugar a una fuerte bajada del poder adquisitivo en un país en el que el salario mínimo es inferior a 800 euros.
La última huelga general en Portugal se remontaba a mayo de 2007, pero en la época fue convocada sólo por la CGTP.
Afectado por un crecimiento amorfo en los últimos años, Portugal acusa una deuda pública de 161.000 millones de euros (unos 220.000 millones de dólares), es decir, más del 82% de su PIB (Producto Interior Bruto).
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