Bolsa, mercados y cotizaciones

Otro síntoma más: los inversores ya no viajan a Japón a por 'dinero barato'

Un hombre de negocios japonés pasa por delante de una pantalla indicadora del índice Nikkei en Tokio. Foto: Archivo
El engranaje de la maquinaria mundial del dinero, que tan perfectamente ha funcionado en los cinco últimos años, ha comenzado a chirriar en las últimas semanas. La crisis de las hipotecas de alto riesgo o basura -subprime, en inglés- está siendo la expresión más palpable de esos problemas, pero no es la única.

Otro síntoma de que el grifo de la liquidez se puede estar cerrando procede de Japón, que ha sido uno de los grandes suministradores de financiación para el resto del mundo.

Desde que los principales bancos centrales del mundo, entre los que sobresalen la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo, el Banco de Australia o el Banco de Canadá, comenzaron a subir los tipos de interés oficiales en 2004 y 2005, los grandes inversores internacionales han utilizado los reducidos intereses aún vigentes en el país asiático como trampolín.

En concreto, lo que han venido haciendo en los últimos años era contraer deuda en Japón para, inmediatamente después, invertir ese dinero en otros mercados en busca de rentabilidades mayores. En este proceso, conocido técnicamente como carry trade, el país asiático ha servido como sucursal en la que conseguir dinero fácil, ya que los tipos aún se mantienen cerca del 0 por ciento -ahora están en el 0,5 por ciento-. No en vano, y aunque las cifras son difusas, firmas como JPMorgan y Nomura calculan que esta estrategia ha podido mover 40 billones de yenes -unos 245.000 millones de euros- en los últimos años.

Trabajo fácil

Una vez con el dinero en la mano, el trabajo de los inversores resultaba relativamente sencillo. Lo primero que debían hacer era encontrar una oportunidad de inversión que permitiese lograr una rentabilidad suficiente para, por un lado, devolver los intereses del dinero tomado en Japón y, por otro, obtener unas plusvalías adicionales. Y ese abanico de alternativas ha sido realmente amplio en los últimos tiempos. Para los más conservadores, bastaba con invertir en bonos estadounidenses, ingleses o europeos, cuyos rendimientos se han movido entre el 3 y 5,75 por ciento en los dos últimos años, es decir, muy por encima de los intereses japoneses. Los más osados podían destinar ese dinero a la bolsa o el capital riesgo, que han dado rendimientos recurrentes de dos dígitos en el último quinquenio.

Con estos datos en la mano, y tal como reflejaba gráficamente un gestor de fondos de inversión, "el carry trade no ha sido una posibilidad, ha sido una obligación para los inversores profesionales". "Considerando la situación que ha atravesado la economía japonesa, los inversores han visto que el diferencial de tipos de interés entre Japón y otras divisas ha ofrecido una oportunidad ideal para implementar estrategias de carry trade con el yen", confirman los expertos de Dexia Asset Management.

Los nervios lo complican

Sin embargo, el temor a que la liquidez mundial se reduzca y a que las condiciones crediticias empeoren ha provocado que los inversores vuelvan sobre sus propios pasos. "En un síntoma de la aversión al riesgo, ha habido un retroceso en el carry trade, permitiendo que el yen se aprecie frente al dólar", afirman los expertos de Mellon Global Investments.

En un entorno como el actual, en el que la sensibilidad al riesgo ha crecido, los inversores dejarán a un lado el modo en que han actuado en los últimos años. Y volverán al carry trade si el panorama se despeja de nuevo, por lo que esta táctica constituirá un buen termómetro para tomar el pulso a la situación financiera mundial. Lo curioso, sin embargo, es que una contención de esta estrategia agudizará el drenaje de liquidez, ya que, en ese caso, Japón dejaría de actuar como proveedor de dinero para invertir en otros mercados.

A su vez, el repliegue de los inversores internacionales ha tenido su reflejo en el yen. Hasta hace un mes, el carry trade había perjudicado a la divisa nipona, ya que los inversores vendían sus yenes de forma inmediata para cambiarlos por las divisas de los mercados donde buscaban oportunidades. Así, hasta finales de junio, el yen descendía un 3,6 por ciento y un 7,5 por ciento con respecto al dólar y el euro, respectivamente, en 2007. Desde entonces, la moneda japonesa ha recuperado parte del terreno. En el último mes, se ha apreciado un 4 por ciento frente al dólar, hasta alcanzar los 118,5 yenes, y un 3,2 por ciento frente al euro, hasta los 163,4 yenes. Y esta subida, por sí sola, ya delata que el carry trade ha perdido intensidad.

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