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Telefónica es la única de las grandes compañías españolas en las que todavía hay inversores que continúan pillados de la época de la burbuja tecnológica. No es extraño escuchar a algunos de los cientos de miles de accionistas de Telefónica que todavía pierden un pico. Sin embargo, lo cierto es que sólo quienes compraron en el primer trimestre de 2000 no han recuperado su inversión inicial.
La explicación se encuentra en las distintas retribuciones que ha ido cobrando el accionista de la operadora en los últimos años y que no están integradas en el actual precio del título. Por diferentes conceptos, los inversores de Telefónica se han embolsado en los últimos siete años casi 6,5 euros. En este cálculo se incluye el segundo dividendo, que la compañía no ha confirmado la fecha de pago de 2007, y que como mínimo será de 0,3 céntimos por título.
Toda clase de remuneraciones
Desde que la compañía volvió a la política de dar dividendos en julio de 2003 -que se olvidó en la era Villalonga- ha entregado 2,3 euros, incluyendo el pago esperado de noviembre. A esta remuneración hay que sumar el dividendo en especie que Telefónica pagó en junio de 2005 de una acción por cada 25 acciones antiguas procedentes de la autocartera de la compañía. Esta retribución incrementa el precio actual de los títulos de Telefónica si se conservan en un 4 por ciento.
Pero el accionista de Telefónica se ha embolsado en los últimos años más dinero con sus títulos. En octubre de 2003 cobró otro dividendo en especie consistente en acciones de Antena 3 -la relación de canje se fijó en una acción de la cadena de televisión por cada 295,6 de Telefónica-. Además, en junio de ese mismo año, la compañía realizó una reducción del capital social mediante la amortización de 101.140.640 acciones propias procedentes de la autocartera, representativas de un 2 por ciento del capital de la compañía. Y, por supuesto, no hay que olvidar el impacto positivo de las ampliaciones liberadas.
Aunque en el momento en el que se hacen supone repartir la tarta del beneficio de la compañía en porciones más pequeñas, el inversor que compró acciones de Telefónica en 2000 se apunta seis ampliaciones liberadas de capital de un nuevo título por cada 50 antiguos. Es decir, que cada una de ellas eleva el valor de los títulos que compró en un 2 por ciento.