Todas a una. Sin discrepancias. La bolsa, las materias primas, los bonos y las divisas fueron conducidos ayer por un mismo sentimiento: el miedo. O como se dice técnicamente, por la aversión al riesgo. No hubo ocasión para la esperanza ni la remontada. Primero Japón y luego Estados Unidos se encargaron de recordar a los inversores que la sombra de una recaída económica acompañada de deflación -caída general de los precios- cada vez es más alargada.
El primer contratiempo provino de la Bolsa de Tokio. Allí, el índice Nikkei 225 perdió el soporte clave de los 9.000 puntos por vez primera desde mayo de 2009. Cerró en los 8.995,14 puntos tras ceder un 1,3 por ciento. "La pérdida del 9.000 es la línea divisoria que separa un escenario lateral con posibilidades de reestructuración alcista de uno potencialmente bajista que podría poner al índice japonés rumbo a los 7.000 puntos. Todo ello depende de si los 9.000 se mantienen o pierden respectivamente, preferiblemente a cierre semanal dada la importancia de este soporte", apunta Joan Cabrero, analista técnico de Bolságora.
Los números rojos japoneses se trasladaron desde un principio a los parqués europeos, que en el ecuador de la jornada cedían en torno a un punto porcentual. Hasta que EEUU puso el remate a las cuatro de la tarde -hora española-, momento en el que el sector residencial estadounidense transmitió un dato decepcionante. Las ventas de casas de segunda mano cayeron en julio hasta una tasa anualizada de 3,83 millones de viviendas, muy por debajo de los 4,65 millones esperados y, sobre todo, la cifra más baja desde que comenzó a recopilarse esta estadística en 1999.
Estas cifras encajan a la perfección en la teoría de la recaída, y los inversores obraron en consecuencia. Wall Street cerró a la baja (perdió un 1,32 por ciento) aunque consiguió mantener sus soportes, mientras que en Europa se aceleraron las ventas. En el caso del Ibex 35 español alcanzaron el 1,65 por ciento, hasta los 10.052,3 puntos, aunque llegó a descender hasta los 9.954,8. El EuroStoxx 50 cedió un 1,74 por ciento, hasta los 2.614,5 puntos, y el Dax entregó un 1,3 por ciento, hasta los 5.935,4 puntos.
Extremar la vigilancia
Estos retrocesos refuerzan la preocupante sensación ofrecida por el cierre semanal registrado por el Dax, que perdió los 6.060 puntos. "Como estamos en una fase lateral bajista, el índice alemán se podría ir a los 5.800 en un primer momento e incluso podría testar los 5.600 puntos", sostiene Joan Cabrero. Los soportes también se ven amenazados en Wall Street, donde las referencias clave de esta semana residen en los 10.000 puntos del Dow Jones y los 1.050 del S&P 500.
El euro se debilita
La desconfianza dejó su huella en las divisas, deuda pública y materias primas. El yen volvió a ser el protagonista, puesto que marcó su cambio más alto contra el dólar y el euro desde 1995 y 2001, respectivamente. Llegó a apreciarse un 1,8 por ciento contra el billete verde, hasta los 83,6 yenes, y más de un 2 por ciento contra la moneda única, hasta las 105,4 unidades. De este modo, se revaloriza ya un 20 por ciento frente el euro en 2010.
También continuaron las compras de bonos, con el consiguiente descenso de los rendimientos. La rentabilidad de los títulos estadounidenses a 10 años cayó del 2,59 al 2,51 por ciento y la de los alemanes, del 2,28 al 2,17 por ciento, el nivel más bajo de la historia.
Las materias primas también se sumaron al pesimismo. El barril de petróleo Brent, de referencia en Europa, cayó hasta los 72,2 dólares, mínimos desde comienzos de julio -ver página 14-. "El mercado asume ya que la retirada de medidas extraordinarias de estímulo y un entorno más favorable se retrasarán más de lo previsto, lo que está provocando que los inversores vuelvan a tener mayor aversión al riesgo", sostienen desde Unicorp.