Bolsa, mercados y cotizaciones

Hacia dónde tirará el nudo que ata a todos los mercados

La renta fija apunta hacia la deflación, las materias primas a la desinflación y los beneficios empresariales a los crecimientos de precios.

Los economistas se encuentran en la actualidad ante uno de los escenarios más complicados de entender y explicar de las últimas décadas. "Algo no encaja en los mercados", comentaban esta semana varios estrategas jefe de firmas de inversión. La actual situación es un enigma. Existen piezas que no cuadran, que no encuentran su sitio. Y es que mientras unas cifras invitan a la tranquilidad y a que la recuperación sigue su curso, otras demuestran un panorama totalmente desalentador, que incluso nos lleva apensar en la temida deflación -caída de la inflación sin crecimiento económico-. Otros, por su parte, dan signos de un panorama menos oscuro en el que la desinflación podría tener cabida en esta crisis. "¿Que está ocurriendo?", repiten una y otra vez los gestores.

Tal es así la situación,que si el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, siguiese en el poder definiría la economía como su conocida palabra con un drum (enigma). Sin embargo, el panorama es bien distinto respecto a 2004, cuando este término adquirió popularidad. En aquel entonces, el maestro la utilizó para definir un fenómeno que le resultaba paradójico: a pesar de que a partir de aquel año la Fed empezó a subir los tipos de interés, los bonos a diez años de EEUU no registraron una subida, sino que, por el contrario, se mantuvieron relativamente estables, e incluso sus rentabilidades bajaron.

Aunque ahora no se da el caso de una curva invertida de tipos de interés, el aplanamiento entre los bonos a dos y diez años en Europa y Estados Unidos son los primeros que apuntan que la economía camina hacia la deflación.

Sin embargo, aún hay datos que no cuadran con un contexto deflacionista. El con un drum está, por tanto, servido.

Los bonos sí ven caída...

Ya lo llevan avisando desde hace más de un mes. El cóctel resultado de la crisis de deuda de los países periféricos y los datos que apuntan a una ralentización económica en la primera economía del mundo ha llevado a los bonos de algunos países a registrar rentabilidades mínimas que, en muchos casos, han sido históricas. Así, la deuda de países como Francia y Alemania se ha beneficiado de las dudas que han generado países como España, Portugal o Grecia hasta el punto que la rentabilidad de sus bonos a diez años ha caído hasta mínimos históricos -baja cuando los precios suben-.

Lo mismo ha sucedido con la deuda pública estadounidense. Al fin y al cabo la expectativa de contracción de la economía se ha concentrado en este país. Una sensación que se ha acrecentado tras los malos datos económicos que se han conocido (los últimos, el dato manufacturero de la Fed de Philadelphia y las peticiones semanales de desempleo esta semana). Esto explica que los bonos a diez años de EEUU hayan registrado caídas en su rendimiento de hasta el 2,55 por ciento, mínimos desde marzo de 2009.

...Pero las materias primas no

Es precisamente el comportamiento de los bonos y los malos datos macro lo que explica que en las últimas semanas no ha habido periódico, analista o economista que no haya avisado de la amenaza de que la deflación en la que vive permanentemente instalada Japón se extrapole al resto del mundo. Sin embargo, esa deflación no cuadra con el comportamiento de las materias primas. "La idea de deflación no encaja ni con el comportamiento de las materias primas ni con el del petróleo. Sí es posible que estemos en desinflación pero no en deflación", afirma Alain Galibert, socio de Bolságora.

Es sencillo. Si se descontara un entorno deflacionista, esto implicaría una caída generalizada de la demanda de materias primas y por tanto de su precio. Y desde que James Bullard, presidente de la Reserva Federal de San Louis, alertara de que EEUU está cada vez más cerca de la deflación (fue el primer aviso) hace casi un mes, el precio de las materias ni se ha inmutado.

Por ejemplo, el oro, metal al que siempre recurren los inversores para cubrirse de los riesgos inflacionistas, ha recuperado su tendencia alcista. En el último mes el precio de la onza de oro ha pasado de 1.181 a 1.228 dólares, por lo que se sitúa por encima de su media anual. Además, el consenso de Bloomberg estima que el metal se mantendrá en estos niveles de aquí a finales de año. Quizá por ello no son pocos los gurús que han aumentado su exposición a este metal precioso.

También positivos son con otras materias primas. Por ejemplo, el aluminio,muy ligado al sector industrial, se espera que cierre el ejercicio a un precio de 2.100 dólares por tonelada, lo que supondría una apreciación del 2 por ciento.

Caso aparte merece el petróleo. En un contexto de deflación sería una de las materias primas que se vería más perjudicada. Sin embargo, no parece sentirse amenazado. En el último mes se ha movido en un rango lateral entre los 70 y 80 dólares y se espera que el barril Brent, de referencia en Europa, cierre 2010 a un precio de 80 dólares, lo que aleja la idea de deflación y acerca la posibilidad de que nos enfrentemos a una desinflación.

"Está claro que a los emergentes no están en un contexto de deflación y en Europa y EEUU tampoco lo vemos aunque se dé una ralentización de la economía", afirma Daniel Aymerich, analista de Inversis.

Los resultados ven crecimiento

Otro de los datos que demuestra que la economía no está en deflación es el de los resultados. A pesar de que los analistas han recortado sus estimaciones de beneficio por acción para este año -han pasado de prever un incremento del 30 por ciento este año al 23 por ciento actual en el Standard&Poor's 500- , todavía calculan subida de los beneficios de dos dígitos para 2010. Hay que tener en cuenta que esta bonanza empresarial no se veía en los últimos tres ejercicios.

Pero no es sólo propio de WallStreet. Si se mira a Europa se puede ver que para el Eurostoxx 50 se estiman alzas del 20 por ciento para este ejercicio. El hecho de que las empresas sean capaces de incrementar sus ganancias con un entorno económico como el actual elimina los fantasmas de la deflación e incluso nos lleva a pensar en un escenario de  crecimiento,que en adelante vendría unido al de la inflación.

Y es que pese a la difícil situación que sufren los mercados bursátiles, las empresas de Wall Street tienen su propia particularidad, que este año les podría llevar a tener beneficios récords tras el recorte de costes y ajuste de márgenes que han vivido.Tras la buena presentación de resultados semestrales, los analistas consideran que las sociedades del Standard&Poor's podrían alcanzar un beneficio neto de 788.973 millones de dólares -616.000 millones de euros-, frente a los 504.000 millones de 2009.

Este escenario está permitiendo que las bolsas todavía coticen a unos ratios interesantes. Si se analizan por PER, uno de los principales ratios de los mercados -estudia las veces en las que el beneficio está incluido en el precio de la acción-, la mayoría de los indicadores cotiza por debajo de su media histórica, lo que podría demostrar una señal todavía alcista para los parqués. Por ejemplo, el S&P500se encuentra en las 12,1 veces, por debajo de su media histórica que ronda las 16 veces. En el Euro Stoxx 50 se repite la misma historia, ya que el índice de la zona euro se encuentra en las 9,7 veces, frente a las 15 veces a las que ha cotizado de media en la última década.

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