
Hay quien puede pensar que las horas pasadas frente a la televisión durante el Mundial de fútbol de Sudáfrica han supuesto una lamentable pérdida de tiempo. Nada más lejos de la realidad.
Entre gritos al árbitro protestando las faltas y los fueras de juego, algunos hemos construido una cartera de inversiones con la que se hará fortuna el año que viene.
No cabe duda: en la tele, delante de nosotros, había lecciones magistrales de negocios, gestión e inversión. Todo lo que hacía falta era saber mirar. ¿No se lo cree? Pues aquí tiene seis buenos consejos para invertir inspirados en el reciente Mundial.
La lección inglesa: puede que la globalización haya ido demasiado lejos
La liga de fútbol más internacional del mundo es la inglesa, la premier. Los mejores equipos de Inglaterra, como el Manchester United y el Chelsea, han ido recogiendo talentos de todas partes. La teoría dicta que si bien queda poco espacio para los jugadores nacidos en Inglaterra, los que consiguen entrar en los grandes equipos británicos se benefician de la oportunidad que se les da de jugar con los mejores del mundo. Parece que la teoría falla.
Después de dos espectáculos deprimentes en los dos últimos campeonatos mundiales, parece claro que el deporte nacional de Inglaterra está pasando por un periodo de lamentable decadencia. Uno puede darse un paseo por la aldea global e ir seleccionando lo mejor de cada casa. Pero, al final, tanto las personas como las empresas funcionan mejor cuando se mantienen fieles a lo que son.
En las grandes compañías, la moda es hacerse cada vez más internacionales, perdiendo de vista sus orígenes y desembarazándose de su patrimonio cultural e identitario. Comercializan productos cada vez más insulsos y anodinos, despojados de las características nacionales que antes les conferían fuerza y personalidad. Sin embargo, hay empresas que se mantienen fieles a la cultura y a las tradiciones de su país de origen. Les irá cada vez mejor a largo plazo.
La lección francesa: los egos no nos llevan a ninguna parte
Una vez terminado el Mundial, el único consuelo que les queda a los ingleses es que Francia lo hizo aún peor. La gran estrella del fútbol galo, Nicolas Anelka, se tuvo que marchar a casa antes de terminar el campeonato por insultar al entrenador Raymond Domenech en el descanso del partido contra México, en el que Francia fue vapuleada por un adversario, en principio, de inferior categoría.
Por si esto fuera poco, la sanción a Anelka dio lugar a una rebelión de los jugadores. En fin, Francia fue eliminada en la primera ronda. Humillante, sin duda, pero cuando el ego está fuera de control, ya se sabe lo que pasa: los problemas se suceden, uno tras otro. ¿Puede la banca de inversión mantener todos los egos bajo control? Que sigan soñando.
La lección coreana: el aislamiento no funciona
Hubo dos Coreas en este Campeonato del Mundo: la del Norte y la del Sur. Mientras que el fútbol de Corea del Sur fue impresionante, rápido, alegre y fluido, y tuvo la mala suerte de ser noqueado por Uruguay, Corea del Norte hizo el ridículo, como puede atestiguar cualquiera que viera el palizón (7-0) que le dio Portugal. El contraste entre una y otra Corea no podía ser mayor, y la lección que debemos sacar es muy sencilla: los países que se abren al resto del mundo se desarrollan a una velocidad impresionante, mientras que los que se cierran no van a ninguna parte.
La lección italiana: la historia no cuenta para nada
Ningún otro país llegó al Campeonato del Mundo de Fútbol con un bagaje tan prometedor como Italia. Es verdad que los italianos han practicado siempre un juego muy aburrido, pero eso no les impidió ganar la Copa del Mundo en 2006. Todos saben que los italianos siempre salen airosos, incluso cuando juegan fatal, al menos eso es lo que nos dicen los libros de historia del fútbol. Pero esta vez no salió bien. Les fue muy mal, y cogieron el primer avión que salía para casa.
La lección alemana: transfórmate con estilo
Sabemos cómo es el equipo alemán: Italia, pero con peor corte de pelo. Duros, metódicos, eficaces, trabajadores, así son los alemanes cuando se ponen a jugar al balompié. Hacen papilla a quien se pone por delante y, si eso no basta, ganan a penaltis. Pero esta vez la cosa no funcionó. Los germanos practicaron un juego ofensivo que hizo que incluso los brasileños resultaran aburridos. Sólo la implacable defensa española consiguió apagar el talento creativo de los germanos. ¿La moraleja? De vez en cuando permítete un cambio de estilo y el mundo quedará fascinado.
La lección española: no dejes de creer en tus posibilidades y llegarás al final
Seamos sinceros. No creíamos que fuesen capaces de hacerlo. Probablemente, tampoco ellos creían que podían llegar hasta el final. España es uno de los países donde mejor se juega al fútbol, pero su Selección nunca había pasado de cuartos de final. Esta vez sí, y nos dio a todos una verdadera lección de perseverancia. La fe mueve montañas. No la pierdas y llegarás muy lejos: hasta el final.