
En vísperas de la cumbre del G20 en Toronto (Canadá), Europa repudia los llamamientos de Estados Unidos para que no perjudique el crecimiento con sus planes de austeridad, al estimar que esa advertencia equivale a acusarla de torpedear la recuperación económica.
Los recortes del gasto público que los europeos se apresuran a aprobar para enderezar sus finanzas nacionales llevan camino de cobrar un protagonismo inopinado en la cumbre del G20 de este fin de semana, después de que el presidente estadounidense, Barack Obama, exhortara a evitar medidas que comprometan el relanzamiento de la economía.
Barack Obama emplazó en una carta publicada el viernes y dirigida a los dirigentes del G20 -el grupo de las potencias más industrializadas y emergentes-, a alentar la recuperación y "aprender de los errores cometidos en el pasado, cuando las medidas de relanzamiento fueron retiradas demasiado rápido", una alusión velada a los planes de rigor europeos.
Pero la Unión Europea (UE) está empeñada en priorizar la reducción de su deuda y déficit públicos. El último país miembro en emprender la vía de la austeridad fue Gran Bretaña, que este martes anunció el mayor recorte del gasto en décadas.
"Si no atacamos este problema, no habrá confianza y sin confianza, no habrá crecimiento", sostuvo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, en una entrevista publicada este martes por el International Herald Tribune.
Alemania, primera economía europea, anunció este mes un histórico plan de ahorro de 80.000 millones de euros en cuatro años, y Francia, España o Grecia han adoptado programas en el mismo sentido, presionados por la desconfianza que la situación de sus finanzas públicas ha suscitado en los mercados.
La fuerte devaluación del euro frente al dólar es una de las muestras de ese escepticismo que ha empujado a actuar a los Gobiernos europeos, en especial a los miembros de la zona euro.
Washington, que carga con una deuda pública superior a la europea, es partidario en cambio de políticas que alienten el crecimiento y teme que tanto rigor en Europa ahogue la recuperación económica, dos años después de que en Estados Unidos estallara la crisis financiera mundial.
Alemania no aplica un "plan de austeridad radical" y toma "medidas que promueven la recuperación", se defendió el lunes la canciller alemana, Angela Merkel, estimando que nadie puede decir que su gobierno "no hace lo suficiente por el crecimiento".
"Los otros países", en especial Estados Unidos y Canadá, "quieren situar la crisis de la deuda y Europa en el centro de la cumbre del G20, quieren hacer creer que el problema hoy en día es Europa. Sería masoquista que aceptáramos esto", declara un alto responsable europeo bajo el anonimato.
"La deuda pública representa el 84% del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE, mientras que en Estados Unidos es de 102% y en Japón de 192%. Si quieren hablar de deuda, podemos hablar", desafía el mismo responsable.
El debate estará por lo menos encima de la mesa en el G20, especialmente después de que China zanjara una de las controversias que iban a centrar la cita aceptando flexibilizar su sistema de cambios de divisas.
El Banco Central de China fijó este martes una cotización de referencia del yuan claramente en alza frente al dólar, tras las presiones de Estados Unidos, que denunciaba un fenómeno destinado a apoyar las exportaciones chinas.
Por su parte, los europeos tratarán de orientar los debates de la cumbre en la regulación financiera, con la propuesta de imponer una tasa a los bancos y una segunda sobre las transacciones en los mercados.
La primera idea es apoyada por Estados Unidos, pero rechazada sobre todo por Canadá, Brasil, Australia e India.
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